Andrés Chadwick, los DDHH y la Justicia... 30-X-2019
(Esta columna fue transmitida al aire pero había quedado rezagada. El día 4 de diciembre no transmití la que correspondía por tanto aprovecho de subir la actual).
Hoy presentarán la acusación
constitucional contra el ex ministro del interior Andrés Chadwick. Se busca, perseguir
su responsabilidad política frente a las denuncias por violaciones a los
Derechos Humanos, producidos durante el estado de excepción constitucional de emergencia,
decretado en 13 de las 16 regiones del país.
Su accionar según dicen sus
acusadores, habría ocasionado la muerte de al menos, 5 personas, y provocado
más de 300 heridos.
Podemos estar de acuerdo o no,
de si esta acusación constitucional, que de ser aprobada lo sentenciaría a un ostracismo
político y funcionario de 5 años, es adecuada, oportuna y verosímil.
Pero en lo que sí debemos
coincidir, es que es el mejor ejemplo de cómo se solucionan las controversias
políticas, y se concretan las responsabilidades administrativas en un régimen
democrático.
Es la propia Constitución la
que entrega las herramientas para que estas diferencias se resuelvan
legítimamente, utilizando un conjunto de principios sobre los cuales todos
debemos coincidir.
En paralelo, cualquier
ciudadano puede, en este caso o en otro, realizar las acciones judiciales que
estime, de manera de perseguir por esa vía, las responsabilidades penales o
civiles que establece la legislación.
Los partidos políticos a su
vez, porque el ex ministro Chadwick es militante de la UDI, también tienen algo
que decir con respecto a una acusación o condena, a uno de sus integrantes.
Puede, por ejemplo, haciendo uso de su institucionalidad, suspenderlo o
expulsarlo, y de esa manera también opera la legitimidad de la Democracia.
Finalmente, cualquier persona
en Chile, y ante cualquier tipo de acción en su contra donde resulte como
imputado de cargos, puede defenderse legalmente, haciendo valer siempre, la
presunción legal de inocencia, exigir un debido proceso, e incluso, recurrir
contra sus acusadores, en la mayoría de los casos, para resarcirse del daño
moral o material que pudo eventualmente esto, haberle ocasionado.
¿Es tan difícil de entender
que no estamos en el Congo africano, que por décadas aun no resuelve su
institucionalidad?
¿Es tan difícil de respetar la
institucionalidad que cada día usamos a nuestro favor pero que hoy transgredimos
solapadamente?
La ignorancia es un pecado que
carga aquel que, sabiéndose tal, no hace nunca nada para remediarlo.
¿Quién les dijo a esos que leer
engordaba? En general, en nuestro país, los ciudadanos andamos flojitos de
libros.
Abarrotamos los livings de las
casas, o de los restaurantes, de ávidos amigos para ver un clásico de futbol,
pero la gran mayoría de la gente no ha ido nunca a ver una obra de teatro,
disfrutado con un concierto clásico, visitado un museo, leído algo más que La
Cuarta, o quedarse pegado viendo un buen documental por televisión.
Luego opinamos y actuamos,
parados en el subterráneo del oscurantismo.
En una sociedad que se puebla
cada vez más de estudiantes de educación superior, estos mismos, no todos por
supuesto, son prueba palpable de lo que digo.
Son sacadores de notas. No
leen más allá de lo justo y necesario. No mantienen debates con altura, ni les
interesa entender el conjunto de ideas con el que se mueve el mundo, o un
adversario político, o un contradictor intelectual.
Esa pérdida de valor,
identifica a una nación que vive un cambio cultural profundo, pero que este no
será para mejor.
Los mismos que se llenan la
boca con la cultura, las artes, la libertad de aprender, los conocimientos
alternativos, se conforman con leer la etiqueta del shampoo cuando se duchan.
Pero los adultos, y en general
los más viejos, no estamos mejor que eso. O quizás sí lo estemos, pero no
influimos para que nuestros descendientes tengan una actitud distinta.
No hay nada peor para la
dignidad de una persona, que terceros las manipulen conforme sus intereses, y
de esos casos hay demasiados, lamentablemente.
Desde periodistas que se
atreven a hablar de economía asistiendo a un diplomado de 3 meses con dos
clases semanales, hasta aprendices de políticos que inventan nuevos lenguajes y
formas de expresión, para hacer su discurso más interesante. Y se las compran
todas.
Naturalizar, cabildeos
autoconvocados, niñes y compañeres y un sinnúmero de neologismos que hacen
sospechar que este cambio cultural está lleno de otros intereses.
Para hablar en contra del
sistema de capitalización individual, o sea de las AFP, tenga siempre presente
que el 70% del fondo que hoy tiene usted en su cuenta, se lo debe
exclusivamente a la rentabilidad y no a su ahorro.
Que las utilidades de las AFP,
porcentualmente son bajísimas, y que, además, se encuentran reguladas por ley,
y lo más importante, que el sistema alternativo que quieren para Chile los
impresentables de siempre, quebró, se hizo añicos, lo usaron los gobiernos y
los políticos hasta que ya nunca pudo pagar las pensiones. Además, en todo el
mundo donde se ha mantenido e implementado ese sistema de reparto, ha sido un
fracaso, porque es el sistema que le gusta al político ladrón, donde puede
meter sus manos negras y corromper al resto del sistema.
Otro ejemplo de ignorancia
supina, es perjudicar a la empresa que me da el trabajo, para de esta forma
obligar a que los empleadores nos mejoren las condiciones. Háganlo, sigan
haciéndolo: ¡Burros! y verán como eso finalmente no pasará y ustedes terminarán
quedándose sin trabajo y sin empresas, en un país donde la iniciativa privada,
es el mayor y mejor empleador.
Es un tema sólo de lectura
para darse cuenta que la economía requiere de la cooperación social y de la
participación libre de todos sus agentes.
Si no tiene empresarios que
inviertan, luego empresas que den trabajo y paguen una remuneración, usted no
tendrá ingresos para satisfacer sus necesidades, eligiendo libremente qué, cuánto
y dónde comprar.
Es un circulo nuestra economía,
donde sólo sobreviven las empresas que aseguran a sus consumidores mejores
bienes y productos a un mejor precio, salvo que, nos encontremos con
empresarios coludidos, generalmente con políticos, que no les interese competir,
no les interese estar regulados, y para ello, la mejor fórmula es financiar a
quienes tienen la autoridad política y de gobierno.
Pero si las personas no se
preparan intelectualmente, si no estamos todos preparados permanentemente, para
recibir y aprender nuevos conocimientos, seguiremos hablando pelotudeces en el
colectivo, en la oficina y en la cocina.
Violaciones a los Derechos Humanos...
Los DDHH solo pueden ser
violados por los agentes del estado, es decir, aquellos funcionarios públicos
sobre los cuales recae el resguardo del orden público, o hacen uso del
monopolio de la fuerza, que el propio Estado les concede. Pero también puede
convertirse en violador de los DDHH, cualquier funcionario del Estado al cual éste
le encomienda esta misión o que, producto de una función de distinta naturaleza,
termine violando la dignidad de la persona humana.
Por eso es que cuando un
criminal, de estos que nos están haciendo vivir el Reality Show de las ultimas
semanas, agrede, maltrata, o le cercena la mano a un Carabinero, como ocurrió
hace unos días en Iquique, no estamos frente a una violación a los DDHH, porque
este pusilánime criminal, no es un agente del Estado, sino un vil criminal.
Es por eso que los últimos
años, principalmente dentro de la comunidad jurídica, ha ido tomando cuerpo la
expresión Derechos Fundamentales (DDFF), que se diferencian de la anterior pues
en ellos el Estado no tiene una presencia protagónica a través de agentes, o
mejor explicado, porque aquellas violaciones no resultan en torturas,
detenciones ilegales, desapariciones o exterminios masivos.
Los DDFF son intrínsecos a
todas las personas y pueden ser violados por el Estado, pero también por
terceros.
Por ejemplo, a mi modo de ver,
cuando una persona mayor de 70 años es condenada a presidio debería cumplir
este en su domicilio, y nunca en una cárcel, esto, atendida su edad y al hecho
cierto, que el deterioro de salud se vuelve cada vez más rápido, pero para
nuestra legislación eso es diferente. Lo mismo para los condenados que sufren
enfermedades terminales o crónicas de tal magnitud, que a veces requieren de
terapias permanentes.
En todos esos casos, me
permito opinar, que creo se violan los DDFF de las personas, y por lo tanto, debemos
estar atentos también a estos.
En Estados Unidos, si alguien
es sorprendido quemando propiedad pública o privada, o un campo o un bosque,
tiene una condena asegurada de 35 años de cárcel.
En Inglaterra si alguien
agrede a un policía, uno de los llamados Bobbies, que no portan arma de fuego,
es condenado sin ningún beneficio a largas condenas efectivas de cárcel.
En Chile, si un descerebrado
quema el banco de chile o le prende fuego a la municipalidad, es detenido por
Carabineros y al día siguiente dejado en libertad por los tribunales. Luego es
entrevistado por los canales de televisión y paseado por radios y diarios en
calidad de víctima.
Las condenas si es que son
encontrados culpables, terminan para los delitos mas graves en 10 años que
luego de cumplida una tercera parte de ellas, se transforma en beneficios
carcelarios, hasta llegar a la libertad condicional, antes de tener cumplida
siquiera la mitad de la condena.
Para que decir de la cantidad
de delitos de robo, hurtos o infracciones que son tenidas como de carácter
menor, y en donde con suerte quien los comete es sancionado con una reprimenda.
Hay que cambiar también el
sistema de administración de justicia, y la propia formación de los abogados en
Chile.
La sensación de injusticia y
de que el crimen organizado y los delincuentes de diferentes layas se tienen
tomado el país, es generalizada.
Cuando hablamos de la crisis
social actual, no todo tiene que ver con los gobiernos, o con este, el del
presidente Sebastián Piñera, al cual muchos quieren responsabilizar por lo que
se hizo mal desde el año 1990 en adelante.
La Justicia y sus resultados,
han dado pie para que también se vaya acumulando una rabia en la sociedad, que
se ve desamparada y desprotegida.
Jueces implacables para
absolver, pero flojitos a la hora de condenar, que, en esta crisis, también
están intentando pasar colados.
¿Quieren solucionar un
problema de fondo realmente? Entonces cuestionemos el actual sistema de
administración de justicia, de otra forma seguiremos acumulando frustraciones y
rabia, escondiendo la basura debajo de la alfombra.
El comentario más habitual
dentro del mundo de los abogados litigantes, es justamente sobre el poco
compromiso y falta de méritos profesionales, de un grupo importante de
magistrados en el cumplimiento de sus funciones.
Es como si haber sido
designados jueces o ministros de corte, fuese la conclusión de sus carreras
profesionales. También quieren pasar colados, esta vez frente a sus superiores.
Si con suerte son ascendidos, esto no será por méritos propios, más bien por
algún arreglín político o filosófico. Ellos me entienden.
En Arica, por ejemplo,
recuerdo el caso de un solo ministro de Corte que fue ascendido a la Corte de Apelaciones
de Santiago, y que, desde hace un tiempo, integra las quinas para ser ascendido
a la Corte Suprema.
Muy poco para una región donde
existen destacados profesionales que al parecer se conforman con las playas en
vez de con los estrados.
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