Donald Trump y una nerviosa izquierda... / 27-XI-2019
Donald J. Trump, presidente de Estados Unidos, acaba de anunciar este
martes, que planea designar como grupos terroristas a los carteles mexicanos.
Esta medida lo hará enfrentarse directamente con el gobierno mexicano de López
Obrador (AMLO) quien, a la fecha, ha evadido cualquier confrontación directa
con el líder americano, dando cuenta que más puede el interés económico que las
convicciones políticas.
Tal como señala en esta ocasión
el diario El País de España, el único funcionario que se manifestó con respecto
a esta amenaza con cara de notificación, Marcelo Ebrard, Canciller de la
república, señaló que "México no admitirá nunca acción alguna que
signifique violación a su soberanía nacional", lo que es una frase
diplomática que no dice nada y que tampoco intenta nada.
Todo el mundo lo sabe.
Hollywood se ha cansado de producir filmes que expone muy descarnadamente sobre
el poder y el descontrol producido por estas mafias de la droga que no reparan
en nada y en nadie a la hora de garantizar el éxito de su millonario negocio.
La reciente matanza de la
familia americana mexicana es claro ejemplo del porqué el gobierno de Trump ha
decidido enfrentar derechamente un tema que ninguno de sus antecesores ha
enfrentado con resolución.
Los americanos del norte, hace
más de una década que tienen claro y han promulgado leyes que no sólo buscan
proteger su democracia y su forma de vida, sino que actuar de manera preventiva
para conseguir este objetivo.
Pero esto, que en Chile
pudiera ser visto como una excepción, para las democracias más prominentes y
ejemplares del mundo es una constante, una razón de ser.
¿Qué clase de estado sería
aquel que no es capaz de otorgar seguridad efectiva a sus ciudadanos y su forma
de vida?
Y en este caso, como en otros,
Estados Unidos no le preguntará a nadie su opinión, por tanto, lo que pueda o
no decir el gobierno mexicano siempre será algo secundario, sobre todo, si de
manera sostenida en el tiempo y comprobada por los hechos, en México los
gobiernos trabajan en conjunto con las mafias narcos.
Estados Unidos no anda con
medias tintas. Además esa es una posición muy fácil y tranquila de sobrellevar
dado su enorme poder e influencia global.
Pero, en un nivel similar de
influencia global se encuentran potencias reales como China, Alemania o la
misma Federación Rusa, sin embargos ni ellas mismas, actúan con medidas
similares. Es un problema de convicciones, pero también de reputación. En el
caso de Russia y China, la democracia como modelo político y el respeto a las
libertades individuales no les viene de manera muy natural, y para el caso
alemán, creo que aún trabaja para ganarse cierta confianza a nivel mundial.
Es que el americano no está
dispuesto a cambiar el sistema de vida que les ha permitido tener hoy este
lugar de privilegio en el mundo.
En 250 años de vida
independiente, pasaron de ser un país colonizado, con grandes extensiones de
territorio deshabitado, con inmigrantes que llegaron en su mayoría en condiciones
de pobreza y sin educación, a convertirse, en la potencia actual, que discute
la fecha en que llegará al planeta Marte porque para ellos todo lo demás está resuelto.
Esta actitud, que no es
novedosa y que obedece a una política de Estado, pues todos los presidentes han
actuado en la misma línea, contrasta abismalmente con lo que hacen o no hacen
los gobiernos de Latinoamérica, y particularmente, con los últimos gobiernos
que Chile ha tenido. Y aunque parezca un despropósito, la comparación es
completamente factible de realizar pues tiene que ver con los fundamentos y las
instituciones republicanas construidas, y nada tiene que ver con aspectos de
orden material o su posición en la pirámide de poder mundial.
Cuando no se tiene convicción
sobre la meta, menos se tendrá sobre las políticas públicas que te lleven a
ellas.
Nada garantiza que alcances tu
horizonte siguiendo determinado camino, sin embargo, un ejercicio simple, de
lógica elemental, o simplemente el uso del sentido común, te dirán que utilices
aquel camino que te ha dado evidentes resultados, en vez de inventar, o
recorrer aquellos, que te garantizan todo lo contrario.
Así fue como los venezolanos
prefirieron dejar de ser El Líbano de los años 70 en Latinoamérica, para
convertirse en El Líbano de los años 80.
Resulta hasta brutal el
ejemplo, que señala que debajo de cada venezolano que pisa su tierra,
actualmente, hay 1 millón de dólares en petróleo. Venezuela Saudita, uno de los
5 más importantes productores de petróleo en el mundo, tiene escasez de bencina
en la actualidad, no puede producir desde que los interventores se tomaron las
industrias petroleras, desde que no realizaron ninguna inversión tecnológica,
desde que decidieron financiar proyectos ideológicos castristas, con las ventas
del petróleo de Venezuela.
Estados Unidos vive en la
incertidumbre y en la angustia permanente, con un vecino que es el responsable
del 80% de la producción y el trafico mundial de drogas, y que ocupa el terror,
el secuestro, el asesinato como elementos naturales para su avance y
posicionamiento.
Cuento aparte son los métodos
cruentos conque aplican violencia: destrozando los cadáveres, mutilándolos,
cercenando sus cabezas para luego colgar sus restos desde puentes en plena vía
pública, con carteles amenazantes, dirigidos a todos quienes se le resisten o
especialmente a sus eventuales competidores: las famosas mantas mexicanas.
Hay que vivir en la frontera
con México para saber realmente el grado de angustia y temor con que lo hacen
millones de mexicanos y norteamericanos.
Pero detrás de esta medida, de
señalar a los carteles de drogas como organizaciones terroristas, se puede
desprender, lo que será la política internacional que seguirán los Estados
Unidos, con cualquier tipo de organización que desestabilice su democracia, o
lo haga indirectamente a través de otras intervenciones.
Y entonces yo hago un rápido ejercicio
para pensar lo que ocurre hoy día en Latinoamérica, donde hordas desbordadas de
ciudadanos, ejecutan diariamente actos de terror contra una población cada vez
más atemorizada, pero también, cada vez más cansada de observar, cómo la forma
de vida que manteníamos hasta hace unas semanas atrás, ha cambiado por la
fuerza.
Estos grupos antisistema, que
no obedecen si no más bien a su individualismo y egocentrismo generacional, como
verdaderos motores de sus conductas, han puesto en jaque no sólo a la
institucionalidad en un país que, hasta hace 5 semanas atrás, era modelo en
muchos campos. También ha puesto en jaque, al sistema democrático como forma de
gobierno, pues este mismo sistema, imperfecto y claramente manipulado por
poderes económicos, culturales y políticos, ha concedido una serie de cambios
de distintos grados de importancia, bajo la amenaza velada de más saqueos, más
violencia, más destrucción.
La izquierda en su conjunto ha
visto en esta crisis, que tampoco previó y que sin duda alimentó sin saber el
monstruo que estaba engordando, una oportunidad, que la soberanía popular nunca
le dio: la posibilidad de avanzar sobre los oxidados y fracasadas recetas, que
siempre sacan de su manual de empobrecimiento de países: más estatismo, más
burocracia, más impuestos y más políticos.
Sin embargo, hoy también hacen
agua, pues no tienen ningún control operativo, táctico ni estratégico, sobre hordas
que no reconocen jerarquías, ni mucho menos, una utopía sobre la cual
desarrollar estrategias.
Los anarquistas de fines del
siglo XIX fueron feroces contradictores del Capitalismo y de los efectos de la
industrialización sobre las masas asalariadas, como les gustaba señalar.
Contribuyeron desde el pensamiento, pero también desde la práctica en fábricas
y campos, al perfeccionamiento del sistema, incluyendo la creación de
legislaciones laborales que protegían a los trabajadores, entre otras tantas
iniciativas.
Fueron siempre más feroces
opositores al Comunismo que al propio Capitalismo, o los regímenes
conservadores. Con los primeros, siempre hubo lucha sin cuartel, principalmente,
por la defensa de un principio compartido, el de la Libertad, que, bajo el
dogma comunista, es el primero que hay que suprimir. Con los segundos, aquellos
que luego se transformaron abiertamente en libremercadistas, las diferencias
radicaban en la rapidez y profundidad de los cambios al modelo. Por cierto
también, en la democracia burguesa.
Pero había una tremenda
diferencia con los especímenes que hoy se definen como anarquistas. El
verdadero anarquismo está centrado en la sociedad, en el colectivo. El
anarquismo actual, famélico y desnutrido de fondo teórico, es individualista,
oportunista, desafectado no solo del orden social, sino que del interés
colectivo.
Por eso es que, en su
afiebrada visión de las cosas, no les importa quemar y saquear el Hospital en
Coquimbo, una farmacia popular, un minimarket en la población, quemarle la
micro a un simple conductor, un periódico de pueblo chico, una capilla de
oración, o simplemente, la casa de algún dirigente vecinal.
Todo es parte del caos que se
debe crear y fomentar, para luego reconstruir un modelo anárquico de sociedad,
autocontrolado por las personas y que redistribuya de manera igualitaria los
recursos y los bienes.
En América Latina, hoy como
nunca, los gobiernos de corte liberal y de derecha, porque evidentemente no son
lo mismo, han asumido la conducción de las mayorías de las democracias.
Uruguay eligió a un gobernante
de derecha derrotando 14 años de gobierno de izquierda. Colombia eligió hace
dos años a un gobernante derechista que sucedió a otro gobierno también de
derecha. Ha sido el caso en Perú, en Chile hace dos años. Ha sido el caso de
Brasil con el presidente derechista Jair Bolsonaro, e incluso, regímenes como
el boliviano y el ecuatoriano, han cambiado abiertamente de rumbo, rechazando a
los fracasados experimentos de izquierda socialista.
Salvo Argentina, que viven
hace 70 años en una realidad paralela, no se sabrá como terminará el nuevo
gobierno peronista de los Fernández Si es que las hordas más extremas lo dejan
acaso terminar, lo más probable es que será con una narrativa de izquierda,
pero con recetas de derecha. No les queda otra.
Pero el punto es que en todos
estos países existe un germen de desobediencia, de agitación, cuestión que en
Chile, Colombia y Ecuador ha pasado a constituir un verdadero cuadro de
insurrección, siempre de grupos minoritarios los cuales ni siquiera quieren
elecciones porque saben que las pierden Eso ya lo asumieron, ahora van
derechamente por arrebatar el poder desde la base. Van por el sistema. Van por
la Democracia.
Con todo lo anterior, que a
nadie sorprenda si es que la Democracia se defiende de maneras que ni siquiera
alcanzamos a sospechar hoy día, como lo está haciendo el presidente Donald J. Trump,
al declarar los carteles de la droga mexicanos, como organizaciones
terroristas.
La persecución y los recursos
dedicados hacia ella, no tendrán límites ni contemplaciones. Sus redes
criminales y sus connivencias política con la izquierda, no sólo serán
expuestas, sino que también perseguidas con la dedicación que tienen los
norteamericanos cuando así lo quieren.
La verdadera noticia que me
llevó a reflexionar de todo esto, fue la declaración que un grupo de 80
militantes del partido socialistas, algunos de ellos, con destacada
participación en la vida pública, pero también delictual del país, hay que
decirlo, y que realizaron hace unos días.
Señalaron su gran preocupación
por el riesgo al que se enfrentaba la Democracia hoy en Chile, haciendo notar
que el país se encontraba al borde de un precipicio cuyas consecuencias serían
de la mayor gravedad para nuestra sociedad si es que esto llega a producirse.
La última parte de su
declaración es una Oda, repetida y recontra conocida. Es su consabida plegaria
por la igualdad, la justicia social y los derechos humanos, sólo conceptos
huecos para ellos, y empobrecedores para el resto de los chilenos.
Me llamó la atención la
oportunidad en que nos sorprenden con esta declaración pública, que quedará en
el historial de este periodo político de agitación social.
¿Será tan real su preocupación
por Chile y los chilenos, o será mayor su preocupación por Trump y los
americanos?
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