Game Over hermano EVO.../ 11-XI-2019
Bolivia, oficialmente Estado
Plurinacional de Bolivia, se sitúa en la región centro-occidental
de América del Sur.
Políticamente y a partir de la
promulgación de su Constitución en el año 2009, se constituye como un estado plurinacional, descentralizado con
autonomías.
Está organizado en nueve departamentos
y su capital constitucional es Sucre, sede del órgano judicial; mientras
que la ciudad de La Paz es la sede de los órganos ejecutivo, legislativo y electoral.
Bolivia limita con 5 países
con los cuales ha mantenido en su historia, fuertes diferencias fronterizas lo
que ha provocado que con cada uno de ellos haya perdido millones de kilómetros
cuadrados de territorio.
Brasil, al norte y al oriente,
Paraguay y Argentina al sur y al occidente con Chile y Perú.
Es un Estado sin litoral, es
decir mediterráneo, y su reclamo territorial por una salida al océano pacifico
ha sido elevada a demanda constitucional, esto es, fue incorporada como
reivindicación plena y permanente en su Constitución Política.
Bolivia ha sido cuna de
grandes civilizaciones, quizás la mayor de ellas, Tiwanaku, pueda estar
considerada como la más relevante de la historia prehispánica, influyendo en el
nacimiento, desarrollo y hegemonía de varias culturas y etnias que se nutren de
este extenso y prolífico período cultural desarrollado entorno al lago
Titicaca.
Su población actual supera los
10 millones de habitantes y es un estado multiétnico, cuya población
incluye amerindios, mestizos, europeos, asiáticos y
africanos. Tiene 36 lenguas indígenas con estatus oficial, de las
cuales las más habladas son guaraní, aimara y quechua.
Hablemos de Historia...
Bolivia, la llamada hija
predilecta del libertador venezolano Simón Bolívar, a quien debe su nombre, durante
todo el período virreinal, fue conocida como el Alto Perú, sin embargo, tras
la proclamación de la independencia del Imperio español, el 6 de
agosto de 1825, la Asamblea deliberante aprobó su independencia el 3
de octubre del mismo año, consignando, además, su nombre actual.
Posterior a este hecho,
Bolivia se sumergió en un estado crónico de revoluciones y guerras civiles. Los
primeros cincuenta años de la República se caracterizaron por la inestabilidad
política y por constantes amenazas externas que ponían en riesgo su
independencia, soberanía e integridad territorial.
En 1825, el Imperio del
Brasil invadió el oriente del país, ocupando la provincia de Chiquitos.
En ese entonces, el mariscal Antonio José de Sucre envió un
ultimátum, amenazando con enviar al ejército libertador a expulsar a
los invasores. La provincia fue evacuada por los brasileños.
Posteriormente, se produjo la
invasión de tropas peruanas, esto en el año 1828, lideradas por Agustín
Gamarra y cuyo objetivo principal era forzar la salida de las tropas de
la Gran Colombia. El conflicto concluyó con el Tratado de Piquiza y
la retirada peruana de suelo boliviano tras lograr la renuncia del presidente
Sucre y la instauración de un gobierno sin influencia bolivariana.
En 1829, tras el fin de
influencia colombiana en Bolivia, y ante la amenaza de la anarquía, el Congreso
lleva al poder a Andrés de Santa Cruz, nacido en La Paz, y mariscal
de Zepita (título otorgado por el gobierno peruano, de cuyo país fue
presidente del Consejo de Gobierno entre 1826 y 1827).
Santa Cruz juró la presidencia
provisional de Bolivia el 24 de mayo de 1829; ese mismo día promulgó una ley de
amnistía y derogó la Constitución Vitalicia de 1826. Santa Cruz fue el
principal forjador y organizador del Estado boliviano, impulsó una serie de
medidas reformistas, pacificó el país, reorganizó el Ejército boliviano,
reestructuró las maltrechas finanzas e hizo mejoras en el campo económico y
educativo.
Santa Cruz y la Confederación
Perú-Boliviana...
En 1937, bajo un periodo de
bonanza económica, se conforma la Confederación Perú-Boliviana, que
reunificaba a Perú y Bolivia, teniendo al mariscal Santa Cruz como su protector,
que buscaba reunificar el mundo andino.
La Confederación
Perú-Boliviana no logra consolidarse debido a que principalmente Chile,
además de la Confederación Argentina y grupos, no mayoritarios, tanto
de peruanos como de bolivianos se interponen, desatando la Guerra contra
la Confederación Perú-Boliviana. En la primera fase de la guerra, la
Confederación sale victoriosa obligando a capitular el ejército chileno
(ver Tratado de Paucarpata), pero en la segunda fase, el ejército
confederado es derrotado en la Batalla de Yungay, situación que define la
disolución de la Confederación y el derrocamiento de Santa Cruz.
Tras esta primera guerra que
perdió con Chile, Bolivia vivió un período de anarquía y enfrentamientos
políticos entre partidarios y contrarios de la unión con el Perú. El presidente
peruano Agustín Gamarra, ideólogo de la anexión de Bolivia al Perú,
aprovechándose de la situación decidió invadir territorio boliviano llegando a
ocupar varias zonas del departamento de La Paz. Ante esta circunstancia,
los bolivianos deciden unirse ante un enemigo común y entregan los poderes del
Estado a José Ballivián. El 18 de noviembre de 1841 acaeció la batalla
de Ingavi, en la que el Ejército boliviano derrota a las tropas
peruanas de Gamarra (muerto en la batalla). Tras la victoria, Bolivia invade
al Perú, se abren entonces diversos frentes de lucha en el sur peruano. Sin
embargo, el Ejército boliviano no contaba con tropas suficientes para mantener
la ocupación. En la batalla de Tarapacá, montoneros peruanos formados por
el mayor Juan Buendía, derrotaron el 7 de enero de 1842 al destacamento
dirigido por el coronel José María García, quien muere en el enfrentamiento.
Así, las tropas bolivianas desocupan Tacna, Arica y Tarapacá en
febrero de 1842, replegándose hacia Moquegua y Puno.
Bolivia y sus crisis...
La primera década del siglo
XXI se caracteriza por una profunda crisis económica y la
inestabilidad política. Esto permite el surgimiento de movimientos
sociales, principalmente campesinos indígenas, mineros, comerciantes informales
y cocaleros que hacen ingobernable al país. El segundo mandato
de Gonzalo Sánchez de Lozada del MNR (2002-2003) termina
prematuramente tras la denominada guerra del gas. Su vicepresidente, Carlos
Mesa Gisbert (2003-2005) asume la presidencia sin respaldo en el congreso
y con presiones políticas de los sindicatos y el emergente movimiento
autonomista por lo que renuncia al cargo. Eduardo Rodríguez Veltzé (2005-2006)
asume un interinato en el que convoca a elecciones generales que dan como
ganador a Evo Morales Ayma del izquierdista partido Movimiento
al Socialismo.
A poco andar, Evo Morales cerró filas con la izquierda castrista quienes vieron en el nuevo presidente de Bolivia, la posibilidad de aumentar su influencia geo política en la región. |
Socialismo hegemónico...
El primer mandato de Morales
(2006-2010), se caracterizó por la puesta en marcha de políticas nacionalistas e indigenistas de izquierda, alineadas
con las políticas de los presidentes Hugo Chávez de Venezuela y Fidel
Castro de Cuba.
Se estatizan las
empresas de hidrocarburos, electricidad y telecomunicaciones que
en la pasada década habían sido privatizadas.
Ese es el camino que eligen;
primero la nacionalización y luego la privatización. Lo que ocurre después es
lo que siempre hemos visto cuando el Estado se transforma en amo y señor de las
economías: grupos de apitutados y familiares de los políticos de turno se toman
el control y le ponen ruedas a las empresas que son de todos los ciudadanos.
En 2006, y a instancias del
MAS y de un presidente empecinado en transformar el Estado de acuerdo a su
conveniencia, se instala una Asamblea Constituyente para redactar una
nueva Constitución Política.
Tras una profunda crisis
política que polariza el país, la Constitución Plurinacional es
aprobada por 164 de los 255 asambleístas y posteriormente modificada por el
Congreso y refrendada por la población en un referéndum.
A fines de 2009, Evo Morales
es reelecto presidente con más de dos tercios de mayoría legislativa.
Su segundo mandato se
caracteriza por un sólido crecimiento de la economía boliviana impulsada por el
denominado súper ciclo de los commodities, la profundización de
políticas estatistas y programas de subsidios.
Acá hacemos una detención en
nuestro relato.
Los subsidios, es decir, el
gasto publico dirigido a programas sociales se financian sólo con dinero, con
ahorro, con ingresos que al menos deben ser generados de manera equilibrada con
el gasto. Esto es lo que uno haría en una economía sana dirigida por políticos
decentes.
No gastar más de lo que el
país produce, de lo contrario, se hipoteca el presente y el futuro de la
sociedad, pues o se piden créditos que se deben pagar a las tasas de
negociación, o se emite moneda lo que hacen habitualmente los partidarios del
socialismo a los cuales les encanta darle vuelta a la maquinita que hace
billetes, pero que asegura inflación.
Pero no fue el caso de Bolivia.
En estos últimos años que creció con tasas superiores al 4,5% permitiéndole
realizar un gasto fiscal sin déficit, es decir, equilibrado.
En 2014, Evo Morales es reelegido para
un tercer mandato con 61% de votación. Este nuevo periodo presidencial se
caracteriza por la continuidad de políticas de inversión pública e incentivo de
la demanda interna, la desaceleración de la economía ante la caída de precios
de exportación de commodities y la reducción drástica en los volúmenes de gas
natural exportados a Brasil y Argentina.
A la presidencia de Morales se
la reconoce, por un lado, por haber reducido los niveles de pobreza, haber
registrado crecimientos económicos sin precedentes y promover la inclusión de
la población indígena.
Por otro lado, la critica a su
gestión de gobierno se centra en la denuncia de la concentración excesiva de
poder (supresión de la independencia entre los poderes ejecutivo, legislativo,
judicial y electoral) y el retroceso de Bolivia en otros ámbitos como los
reflejados por los rankings internacionales de libertad de prensa, democracia
y libertad política, competitividad, facilidad para hacer negocios,
entre otros.
Evo, pasa a la historia con el
triste récord de tener buenos resultados en lo económico pero pésimos
resultados en la Libertades individuales y tal como dice el antiguo dicho, la
Libertad es la única razón por la que se mueven las personas. Cuando esta es
amenazada o limitada, sólo pueden esperar que la naturaleza y el alma humanas
luchen para conseguirla.
La Crisis que provocó el propio Evo...
Ya la tercera reelección de
Evo Morales fue una tinterillada de las alianzas políticas que lo respaldaban.
La Constitución del año 2009,
con Evo en el poder, limitó a 1 el número de reelecciones a los que los
presidentes podían aspirar y entonces, ahí el Chavismo vio la oportunidad para
eternizar a Evo Morales en el poder.
Fue el pueblo boliviano, cansado de fraudes y agendas que nada tenían que ver con el futuro de su país, los que terminaron por sacar a Evo del poder. |
Alegaron que la presidencia de
la época no contaba pues la Constitución se promulgaba en forma posterior a la
misma, de esta manera, EVO cual espíritu santo, había salido de la nada para
hacerse candidato a la presidencia.
Es decir, Bolivia decidió
hacer un Bug a su historia y con ello permitió el tercer mandato presidencial
de EVO.
Pero el socialismo y la
izquierda del Foro de Sao Paulo, hoy denominado Grupo de Puebla debido a que de
Brasil los sacaron a patadas, busca siempre la forma para eternizarse en el
poder.
Ante la imposibilidad constitucional
de que Evo Morales se postule para un nuevo mandato, es decir para que
participara en las elecciones de hace dos semanas, el propio gobierno de Evo
Morales lleva a cabo un plebiscito el 21 de febrero de 2016, en el
que se consulta a la población en relación a la modificación del artículo 168
de la constitución para que de esta forma, se posibilite una nueva
repostulación del propio Evo Morales. La opción del "No" a la
modificación del artículo 168 de la Constitución se impone con el 51% de los
votos.
O sea, el año 2016 Evo perdió
y el pueblo de Bolivia en Democracia y aún con el fraude cometido por el
Tribunal Superior Electoral, le dijo NO a su tercera reelección.
Sin embargo, a fines de 2017
el Tribunal Constitucional Plurinacional, cuyos miembros fueron posesionados
por Evo Morales luego de las elecciones judiciales de 2017 donde hubo
aproximadamente un 60% de votos blancos y nulos, declara la prevalencia sobre
la constitución boliviana del artículo 23 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos referida a los derechos políticos de las personas. Esto
deja en suspenso el artículo 168 de la Constitución y abre las
puertas a la reelección indefinida de autoridades, incluyendo presidente y
vicepresidente, pese al carácter vinculante de la votación del referéndum de
2016 que rechazó la modificación de dicho artículo.
Posteriormente, a fines de
2018 el Tribunal Supremo Electoral habilita a Evo Morales como
candidato para las elecciones primarias de 2019.
La tinterillada es de manual:
si no se permite participar en las elecciones presidenciales, el Estado
boliviano estaría violando los Derechos Humanos de Evo Morales. Listo. Salvado
el punto.
Sin embargo, ninguna de estas
actuaciones de los Tribunales ni menos el mecanismo cantinflero que se usó,
calmó a una ciudadanía cansada de tanto abuso e intento por avanzar sobre sus
derechos. El país se polariza y se generan conflictos entre plataformas
ciudadanas y de oposición contrarias a la reelección y partidarios de Morales
que apoyan la continuidad del mandatario.
Hoy día se encuentran
detenidos bajo los cargos de fraude electoral al menos 2 ministros del Tribunal
Electoral, mientras el todavía presidente del Estado Plurinacional de Bolivia,
el hermano Evo Morales, se encuentra escondido y huyendo de la justicia,
acusado por su responsabilidad política y penal consagrada en la propia
Constitución que él aprobó.
Cayó Evo Morales: el porqué del levantamiento popular y las horas finales...
El presidente de Bolivia
presentó su renuncia ante la Asamblea luego de tres semanas de asedio por el
fraude electoral, sin embargo, para que está renuncia cause efecto, debe ser
aprobada por la propia Asamblea cuestión que a esta hora aún no se ha
producido.
Recordemos que el mismo día de
la elección cuando se llevaba un 85% del conteo de los votos, la diferencia
entre Evo Morales y Carlos Mesa era de apenas un 5%, es decir, casi el error
estadístico.
Fue en esos momentos en que
los miembros del Tribunal Electoral, hoy imputados y dos de ellos detenidos,
deciden suspender el recuento y silenciar todo el proceso que por principio
debe ser público y transparente.
Al mediodía siguiente, por
arte de magia, Evo Morales apareció con una diferencia de 10 puntos sobre
Carlos Mesa con lo que cumplía la norma constitucional para ser nombrado
presidente de la República sin tener que ir a segunda vuelta.
Se consumó el fraude, pero
esta vez el pueblo se organizó a través de comités cívicos. Los sindicatos
mineros de potosí, los productores de Santa Cruz y los más importantes sectores
productivos en cada uno de los departamentos entraron en una vorágine de 18
días de protestas que llevaron la tarde de ayer, a un dictadorzuelo que no tuvo
ni siquiera el coraje de sus mentores, a renunciar e intentar huir del país.
Pero el “hartazgo” no llegó
con el bochorno fraudulento del 20 de octubre último. Ese día estalló,
pero y acá la única similitud que veo con el caso de Chile, se demuestra
nuevamente que aún las positivas condiciones materiales y económicas por las
que atraviesan los pueblos, la memoria de los mismos es inmediatista.
Nadie se recuerda que la
pobreza en Chile hace tan solo 40 años era del 60% y hoy esta cifra alcanza
solo al 8%. Nadie se recuerda que hace 40 años en Chile los niños morían de
desnutrición, de diarrea y de enfermedades contagiosas que hoy sólo se conocen
en los libros de historia o viendo documentales de África o Haití. Nadie se
recuerda que la inflación hace 40 años era del orden del 1000% anual.
Es como la película “Como si
fuera la Primera Vez” de Drew Barrymore y Adam Sandler donde ella pierde la
memoria diariamente y todo es un continuo comienzo.
Por supuesto que Evo Morales
tuvo un gran mérito a la luz de los experimentos socialistas de Venezuela,
Nicaragua, Argentina y Ecuador y sus propios resultados que han hecho de
Bolivia un país mucho más rico, con un 96% de alfabetización, y con un fuerte
retroceso de la pobreza y la marginalidad.
Pero decidió abusar del país.
Decidió abusar de la Democracia porque finalmente, como todo socialista, ésta
no les acomoda para su objetivo de eternizarse o realizar los cambios sin tener
que preguntarle al pueblo.
Evo Morales aprobó su Constitución
del 2009 por medio de una Asamblea Constituyente pero luego resolvió promulgar
la ley N° 3.941 que reinterpretaba un articulo de la misma, permitiéndole al
Congreso, dominado por su Movimiento al Socialismo, realizarle los cambios
necesarios para hacerse con el poder total.
O sea, la participación
ciudadana y la soberanía popular fueron para él y todo el ejercito de
venezolanos, cubanos y hasta algunos chilenos que profitaron del socialismo del
hermano Evo, tan solo una anécdota de la cual podían prescindir.
Evo Morales no deja el poder
por voluntad propia, tampoco lo hace por un golpe de estado como inmediatamente
salieron a recitar sus compañeros de izquierda, entre ellos el impresentable
Senador por Arica e integrante activo del grupo de Puebla, José Miguel Insulza.
Durante los últimos 18 días
desde aquel fatídico 20 de octubre, renunciaron alcaldes y gobernadores de
gobierno, miembros de tribunales judiciales y electorales, el procurador
general del estado, la presidenta de la aduana nacional, ministros de estado,
subsecretarios, embajadores, senadores y diputados, los presidentes de ambas
cámaras.
Fue la propia iglesia católica
quien le pidió la renuncia, pero también la confederación de sindicatos más
importante de Bolivia, la COB.
¿Quién le hizo el golpe de
Estado senador Insulza? ¿Quién lo sacó del poder sino él mismo con su fracasado
intento por eternizarse en el poder?
Fueron sus propios partidarios
y funcionarios que él enquistó en el poder para que lo perpetuaran como un
presidente vitalicio los que renunciaron dejándolo sin gobierno y sin
cómplices.
Se aferró a la ultima
esperanza, la auditoría electoral de la OEA que él mismo aceptó como
vinculante, dada que era su ultima alternativa.
Pensó que el fraude podía ser
negociado a la luz de la propia y errada defensa que meses antes hizo su
secretario general Almagro que defendió su derecho humano de presentarse como
candidato, es decir, se puso en línea con la tesis de Morales.
La Policía Nacional decidió de
manera progresiva no reprimir a los manifestantes, que a diferencia de lo que
pasa hoy en Chile, no se dejaron nunca manipular por el lumpen y la
delincuencia.
Las Fuerzas armadas sólo
resguardaron entidades y edificios públicos necesarios para la continuidad del
estado. Se negaron a reprimir las manifestaciones y exigieron de Evo Morales,
ordenes firmadas por escrito. Sin embargo, Evo, nunca las firmó.
La OEA aceleró el
informe que confirmaba que el presidente había violado sistemáticamente la
voluntad de su pueblo. Las pruebas de esos atropellos figuraban en actas,
urnas y votos. No dejó nada por falsificar.
¿Ya lo había hecho antes, en
otros comicios? Ese misterio perdurará por siempre. Desesperado y sin
margen político, en la mañana del domingo 10 de noviembre convocó a nuevas
elecciones. Pero no fue suficiente: a la tarde de ese mismo día, Evo
Morales presentó su renuncia.
Game Over, hermano Evo.
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