La Marcha más grande de Chile... / 4-XI-19
Hace una semana se vivió en
Chile la manifestación ciudadana más grande registrada en la historia. Más de
un millón de personas manifestaron al unísono que querían cambios, que
reclamaban por reformar un sistema de vida que les agobia, que les frustra y que
nos tiene cansados.
¿Pero existen realmente
razones comunes para este estado de agitación social desencadenado por un alza
del 3,4% en el pasaje del metro?
Creo que la respuesta es no,
sin embargo, también creo, que las verdaderas razones serán sostenidas por
estudios con más datos y con más ciencia que una simple presunción.
Seguramente deben existir 18
millones de razones para estar disgustados. Todos en Chile tenemos alguna y
serán 7 mil millones de razones si es que la misma pregunta la realizamos a
toda la humanidad.
Las personas por naturaleza
mostramos insatisfacción, frustración con el entorno, desmotivación y deseos de
cambios permanentes. No es que Maslow haya descubierto la verdad revelada con
su esquema piramidal de las necesidades humanas. Es que apeló a un aspecto que
nos es propio: la insatisfacción es el combustible que ha hecho progresar al
mundo.
Por supuesto que las legiones
de zurdos que abundan en Latino América, tierra de experimentos sociales y malos
políticos, aprovechan la ocasión para atraer agua a su molino. La única manera
de aumentar sus huestes de descerebrados amantes de lo ajeno y con repulsión al
trabajo, es aprovechar el caos que sin duda ellos mismos abonan hasta que una
chispa prende la mecha. No lo pudieron hacer en los gobiernos anteriores pues el
país se encontraba en etapa de recambio generacional, pero sembraron.
Sembraron esa palabrería hueca
que los caracteriza, donde a todo lo inicuo le dan sentido, donde tergiversan
incluso el uso de las palabras y los conceptos.
Poesía, rimas, ciencia ficción
porque nada de su ideario lo apoyan en datos verificados, nada lo apoyan en la
evidencia empírica, ni siquiera en la Historia, aquella que investigan,
interpretan y escriben los historiadores y no allegados y charlatanes como su
paladín, Jorge Baradit. En cualquier país decente del mundo, a este malandra lo
hubiesen procesado por ejercicio ilegal de la profesión, incluso se le hubiese
abierto una investigación por pedofilia a raíz de los miles de twitter que
escribió sobre menores de edad, que dan cuenta de que algo ahí no está bien.
Pero no. La izquierda chilena,
mala copia de las izquierdas castristas, esta flojita de libros. Siempre lo ha
estado, entonces compran o inventan razones, donde ellos por su puesto no
tienen ninguna culpa ni responsabilidad con el solo propósito de realizar los
cambios que en Democracia se les niega.
De esta forma ahora se les
ocurrió que “el pueblo” les ha pedido cambiar la Constitución de la República.
Actúan como secta y el líder siempre iluminado, nos entrega la verdad revelada,
recién bajada de la montaña y escrita en piedra sólo a ellos: ¡el pueblo quiere
Nueva Constitución! vociferan en coro.
Como si eso bajara el precio
de los medicamentos o eliminara las filas en los hospitales. Como si eso nos
permitiera acceder a mejores remuneraciones y a las empresas aumentar su
productividad y participación en los mercados. Como si eso aliviara a jubilados
convertidos hoy en verdaderos héroes anónimos.
Sí estimados auditores, porque
la tercera edad, jubilada con pensiones de miseria, son nuestros héroes que
siguen ganándole al día a día, mientras filas de innombrables reciben sueldos
como exonerados políticos.
Truchería de la que hoy la
izquierda ni se acuerda.
Pero a la casta política,
verdaderos responsables de la situación por la que hoy atravesamos como
sociedad, no les interesan las razones y con menor razón las soluciones. No
sólo viven en una burbuja que les es cómoda y de la cual no quieren salir, sino
que quieren que los cambios giren en torno a ellos, para seguir agarrados de la
palanquita de la maquina que les rinde plata y privilegios.
¿Sabe usted cual es la mejor
manera de cambiar a todo el Congreso antes de que termine el año?
Lo dice la Constitución: que
permanezcan 32 días fuera de Chile, de corrido y sin aviso. Así es que
pongámonos en campaña para mandarlos a todos ellos de vacaciones.
Arremetida Constitucional…
La Constitución Política debió
cambiarse en 1990 apenas asumido el primer gobierno democrático. Por supuesto
que políticos más nobles con la patria y de reconocida inteligencia como
Edgardo Böeninger, Carlos Cáceres y don Patricio Aylwyn, se dieron cuenta que
ese esfuerzo podría ser devastador y que la sociedad no podría superarlo.
Siguieron el ideario trazado con las 101 reformas constitucionales que se
realizaron el año 1989 cuando el general Pinochet seguía la mando del país.
A partir de entonces, todos
los gobiernos y Congresos han modificado sustancialmente esta Constitución,
tanto es así que el 17 de septiembre de 2005 el presidente Ricardo Lagos firma
lo que denominó la Constitución Democrática de Chile.
“Este es un día muy grande
para Chile. Tenemos razones para celebrar. Tenemos hoy por fin una Constitución
democrática, acorde con el espíritu de Chile, es nuestro mejor homenaje a la
independencia, a las glorias patrias, a la gloria y a la fuerza de nuestro
entendimiento nacional”
“Esta nueva Constitución ya no
nos divide y tiene que ver con los reales problemas de la gente”
Dijo el presidente Lagos, en
un palacio de La Moneda donde aplaudía a rabiar los mismos dirigentes de los
partidos socialista, radical, por la democracia que hoy exigen Asamblea
Constituyente. Donde estaban presente felices de alegría los mismos dirigentes
sindicales, estudiantiles, sociales, políticos que hoy 14 años más viejos, han
perdido la memoria y solo se acuerdan de la Constitución de Pinochet.
Sepan queridos primates buenos
para el saqueo y los incendios, que los que vivimos, conocimos y soportamos la
Constitución de la dictadura, nos sentimos ofendidos con su ignorancia y
vileza.
Usted podrá estar en contra de
la Constitución por cualquier motivo, pero no puede venir a decir aquí que es
ilegítima, no puede señalar ahora que le hace mal al país. Mire como hemos
avanzado. No puede venir a gritar ahora que es la Constitución de la dictadura
cuando está firmada por un presidente socialista.
Esa locura es propia de una
clase política que está ajena a las mínimas responsabilidades republicanas.
Si quieren cambiarla ganen las
elecciones. Esa es la forma. Porque que yo me acuerde, en el programa de
gobierno del presidente Piñera no se encuentra el cambio constitucional, ni lo
ofreció nunca en campaña, por el contrario. Comprometió esfuerzo y políticas
públicas por mejorar la vida a las personas, por traer tiempos mejores luego
del inepto gobierno de Michelle Bachelet, compuesto por socialistas, radicales,
democristianos, pepedeistas y comunistas.
Solo para que recuerden que
fueron ustedes los que dejaron en La Moneda un salvavidas de plomo envuelto de
papel de regalo.
¿Saben mis dilectos amigos
cuantas Constituciones Políticas ha tenido los Estados Unidos de Norteamérica?
Una sola. La actual.
Por supuesto que ha tenido un
sinnúmero de cambios en más de 232 años de vida independiente. Pero miren
ustedes que curioso. La Constitución de Estados Unidos fue promulgada y entró
en vigencia un día 17 de septiembre, igual como ya hemos visto, que nuestra
Constitución de 2005, firmada por un presidente socialista. Y ahí están los
gringos, tan mal no les ha ido…
La Democracia se defiende
siempre con más Democracia, pero con el cumplimiento de la Constitución y las
Leyes.
Esta es una antigua máxima
llena de derecho y orden republicanos. Los países, las repúblicas no se
construyen al día siguiente de ser fundadas o declaradas independientes. Es un
conjunto de actos, pero también de ideas y pensamientos que nuestros
antepasados abuelos y padres, fueron desarrollando en el contexto en donde
actuaron, sintieron, quisieron y se establecieron.
Es una forma de vida la que heredamos
y no un sistema anárquico que hay que destruir y refundar todas las veces que se
le ocurre a algún chascón o a un malandra de esos que dicen que trabajan en el
Congreso Nacional.
Derechos reclama gran parte de
la gente. Obligaciones deberían también cumplir la mayoría de ellos, pero se ve
que para eso no tienen mucha iniciativa.
¿Pero que pasa con los
políticos en Chile, particularmente con los parlamentarios que no sólo no
cumplen con respetar la Constitución y las leyes, sino que, además, promueven
su destrucción, su no obediencia, el conflicto social como medio para quebrar
el orden institucional?
Ellos tienen una obligación
principal en mi opinión. Incluso distinta a la del común de los mortales, usted
o yo, no sólo porque la propia ley hace un tratamiento diferenciado en nuestra
obligación y la suya, sino porque es de suponer que un parlamentario cree en la
Democracia y el sistema político del cual depende.
A no ser que estemos ante la
presencia de un subnormal que nos tenga engañados y crea en un sistema
completamente distinto: sin partidos políticos, sin libertad de expresión, con
presidentes eternizados en el poder, sin libertades políticas, con economías
centralizadas, o sea, modelos de países a la cubana.
Pero bueno, si usted viene
aterrizando recién en Chile, déjeme contarle que de este tipo de entes existen
y es el caso ya que lo mencionamos, del diputado comunista por Iquique, el
honorable Hugo Gutiérrez. Nótese el detalle de haberlo llamado honorable solo
para que nadie pueda pensar que tengo algo en su contra.
Este ser impresentable, del
cual nada bueno se puede decir, ha estado en franca campaña no sólo para
amparar, exculpar y normalizar el daño que hordas de analfabetos sociales han
provocado contra la propiedad pública y privada, contra las personas y sus
derechos, sino que, por antonomasia, contra el propio gobierno democrático
legítimamente elegido.
No sólo eso. Se atreve a
amenazar por redes sociales que si no se implementan los cambios que exige, se
concentrará en una huelga general y crear las condiciones de desobediencia
civil contra el gobierno actual.
Aunque en su insanía nos tiene
acostumbrado a estas declaraciones rimbombantes cargadas de odio y desprecio
por la Democracia, esa que a pesar de sus esfuerzos y los de su partido, igual
conseguimos pacifica y decididamente en 1988, no podemos pasar por alto ya, los
velados esfuerzos de este tipo de gente por perjudicar y avanzar sobre la
sociedad y el país.
Este parlamentario, además
abogado de la Universidad de Chile, a la cual tendríamos que iniciar una
demanda colectiva por el perjuicio que le provocó a la sociedad haber titulado
a este parasito del Estado, olvida que el artículo 121 del código penal
chileno, establece el delito que cometen aquellos que:
“alzaren a mano armada contra el
Gobierno legalmente constituido con el objeto de promover la guerra civil, de
cambiar la Constitución del Estado o su forma de gobierno, de privar de sus
funciones o impedir que entren en el ejercicio de ellas el Presidente de la república o al que haga sus veces, a
los miembros del Congreso Nacional o de los Tribunales Superiores de Justicia,
sufrirán la pena de reclusión mayor, o bien la de confinamiento mayor o la de
extrañamiento mayor, en cualesquiera de sus grados”
Nadie podrá decir que Hugo
Gutiérrez, diputado, no forma parte de una estructura política que busca
desestabilizar al gobierno y a sus instituciones. Sus continuos llamados a
subvertir el orden público y constitucional así lo manifiestan.
Ahí está el parásito innombrable. Es el de barba, para que no se confunda. |
Sólo esperamos que aquellos
que ya han avisado por redes sociales y públicas que perseguirán judicialmente
a este grupo de viles golpistas, lo hagan, y lleguen hasta las últimas
consecuencias.
Esto se trata de Derechos,
pero también de Obligaciones.
Estaremos mañana nuevamente
junto a ustedes siempre que Dios así lo quiera y el director de la Radio
aguante los embates de los ofendidos de siempre.
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