Populismo, apologistas y el poder judicial... / 25-XI-2019
Comenzaremos destacando la opinión menos importante, más
pueril de la semana. Daniel Jadue, alcalde de Recoleta, socio y amigo íntimo
del alcalde de Arica, con quien orquestó cerrar las puertas de las comunas que
dirigen para la aplicación de la prueba SIMCE, que debía aplicarse a los
cuartos básicos, con una ignorancia digna de un monumento señaló “no entender
qué importancia tenía el alza en el precio del dólar cuando los chilenos
recibían sus sueldos en pesos”.
No pude evitar que me sangraron los ojos cuando leí
tamaña sandez.
O sea, en la escala evolutiva, uno pudiera pensar que
estamos frente a la presencia del eslabón perdido. Un homínido con un cerebro
de 400 centímetros cúbicos de capacidad, incapaz de elaborar pensamientos
racionales, críticos, analíticos. Pero bueno, sus opiniones son tan irrelevantes,
que, por lo mismo, se hace necesario de publicitarlas, para que estén todos
sobre aviso.
No vaya a ser cosa que alguien reclame, porque no le
advertimos que en Chile, también existen este tipo de personajes adictos al Estado
y al socialismo.
Validando la Violencia...
No con mucha distancia, pero con algo más de argumentos,
en el diario electrónico El Mostrador, se publicó una columna de opinión de
Mario Waissblutt, quien se presenta como académico y empresario, y que resulta
muy interesante al momento de realizar un diagnóstico, no sobre la crisis
institucional que vive el país, sino más bien, sobre la calidad y cantidad de
energúmenos que están intentando convencernos de sus causas, consecuencias y
soluciones, para ella.
Parte definiendo a “La violencia como el tipo de
interacción entre sujetos que se manifiesta en aquellas conductas o situaciones
que provocan o amenazan con hacer daño, mal o sometimiento grave (físico,
sexual, verbal o psicológico) a un individuo o a una colectividad, afectando a
las personas violentadas de tal manera que sus potencialidades presentes o
futuras se vean afectadas”.
Directo al grano, y de manera muy acertada. Creo que en
lo único que estamos de acuerdo, y sin las vueltas olímpicas que se dan los
profesores a la hora del café o los eternos estudiantes, que nunca terminan,
más bien se doctoran de nada ,en los casinos y en las asambleas de las
universidades.
La violencia es coerción, es decir, represión física o
moral contra un individuo o un conjunto de ellos que busca condicionar un
comportamiento determinado.
Esta puede ser legal, como la tienen todos los Estados
que monopolizan para sí el uso de la fuerza, o ilegal, como la utilizan
individuos o grupos para conseguir ciertos fines o imponerse sobre otros grupos
o individuos.
Ahora, cuando la violencia busca conseguir fines o
consecuencias políticas, o esta obedece a una consecución de actos propios cuyo
objetivo produce estos fines políticos, entonces en mi opinión y debo decir, es
la definición de la mayoría de los países occidentales, estamos frente a
Terrorismo.
Analice Ud. el siguiente ejemplo: si una horda de 10
individuos se reúne, planifica e ingresa a un local comercial, grande o
pequeño, para sustraer desde ahí mobiliario, mercadería, artículos, etc.,
estamos frente a un robo, el uso de la fuerza para la apropiación indebida de
bienes o especies. Un delito común.
Cuando este mismo grupo de individuos, ejecuta esta misma
acción dentro del marco de un estado de excepción constitucional, o coordinado
con otros grupos, que usando similares medios y modus operandi, o que, actuando
bajo cierta lógica política estructurada, este mismo delito se transforma en un
acto Terrorista.
Un delito especial cuyo propósito va dirigido contra el
estado de derecho y la democracia.
Simple. Sin atajos ni argumentos vacuos.
El fin no justifica los medios, pero los medios en este
caso, explican el fin.
Este es el caso de los saqueadores de supermercados en
estado de excepción constitucional, de los desalmados que quemaron más de 15
estaciones del metro, de los que han quemado buses, camiones, iglesias, sedes
de partidos políticos y que han hecho del terror, el medio que explica el fin
pretendido.
¿Se acuerdan que la senadora Ximena Rincón siendo
Intendenta de Santiago acuñó la palabra “evento” para referirse a los hoyos en
las calles? Bueno, siguiendo este verdadero manual de cortapalos que usan los
políticos para decir una cosa y a la media hora desmentir lo que dijeron, en el
primer gobierno de Michelle Bachellet se acuño la palabra “Violencia Rural”,
para referirse al terrorismo desatado en Arauco.
Cuando los gobiernos no reaccionan con la autoridad
legítima que la ciudadanía les ha conferido, no solo pierden reputación, sino
que van perdiendo el respeto.
Cuando los gobiernos no actúan con toda la fuerza que les
otorga la Constitución y las Leyes, es decir, con la facultad de reprimir toda
conducta contraria a ellas, o esto lo hace fuera de tiempo, o con titubeos,
termina pasando lo que vemos hoy día.
Una ex presidenta que nunca pudo viajar a la Araucanía,
porque se sentía amenazada, o un presidente que pretende que el enfermo se
mejore con aspirinas.
El columnista Waissblutt, en su artículo publicado en el
diario electrónico El Mostrador, señala una serie de fundamentos históricos al
momento de describir las causas de este proceso que estamos viviendo en el
país.
En una mezcla un tanto desvergonzada de factores
históricos y de fenómenos socioculturales, pues el funge como un reputado
académico al cual no se le pueden permitir estos desvaríos intelectuales. Termina
por legitimar el llamado estallido social producto de las frustraciones de la
humanidad contra ella misma.
Eso amigos míos, es una vuelta en 360 grados, propia de
políticos alérgicos a la geometría, pues significa terminar siempre donde
mismo.
Culpar a una parte de la sociedad para defender a la otra,
es de suyo impropio, pues no resiste el mínimo análisis. Ya en el clímax de su panegírico,
utiliza expresiones darwinianas para establecer que el aumento de la
testosterona en los hombres, producto de la ira y rabia acumulada por las
injusticias a las que son expuestos por el sistema, resultaría siempre en
violencia.
Acá hago un alto estimados auditores. No para analizar un
punto sino para terminar de reírme.
Es que la experiencia me ha enseñado a ser más concreto,
mas terrenal y eso me impide ocultar, decorar o maquillar mis intenciones. Mis
manifiestos parten por declararlas desde el principio, y luego, explicar e
intentar convencer con argumentos.
Es completamente cierto, que lo que llamamos violencia,
se encuentra arraigada en la naturaleza animal de nuestra especie, y que cuando
esta deja de ser empleada solo para fines de supervivencia, pasa a convertirse
en un medio para dominar.
Pero las sociedades, o más bien las civilizaciones,
pudieron superar este estadio de salvajismo cuando idearon y acordaron ciertas formas
de Estado, de organización política, social y económica.
Por eso es que superamos la etapa de autotutela o de la
venganza, como expresión de justicia por mano propia, por la de establecer un
conjunto de normas que guiaran nuestra conducta, y persiguieran dar a cada
quien lo suyo, es decir, hacer justicia.
Todo lo demás debe ser materia de psicoanalistas, y por
eso anticipo a afirmar que, todo lo que hoy día observamos como simple
violencia, no es nada más que la expresión de dominación de ciertos grupos
sobre otros, un placer sexual proyectado si Ud. prefiere.
Pero ya dejando atrás a semejante columnista, que escribe
mirándose el ombligo para finalizar declarando su apego a lo que intenta
destruir durante toda su verborragica columna de opinión: el sistema, entonces prefiero
conducirnos por caminos alternativos.
La violencia debe ser descartada de plano en cualquier
sistema político democrático. En consecuencia, todo acto u organización
ideológica que la utilice o amenace con hacerlo, está atentando contra la
democracia.
La pregunta que sigue es ¿La democracia puede y debe
protegerse frente a la violencia que busca manipularla, coartarla o simplemente
terminar con ella?
La respuesta es nuestra.
Si nuestra sociedad es partidaria mayoritariamente, como
es lo que creo, de un sistema con elecciones libres, periódicas y
transparentes, con un sistema multipartidario, con un estado de derecho donde
se consagran las libertades individuales, y en mi particular caso, donde la
democracia se funda sobre el Derecho a la Vida, la propiedad Privada y la
Libertad individual, entonces la respuesta es una sólo: la Democracia no solo
puede, sino que tiene el deber de defenderse y ser defendida.
¿Y cómo hacemos esto?
En el caso de Chile, utilizando la institucionalidad, es
decir, las leyes y la Constitución, claro, esa misma que estamos dispuestos a
cambiar, pero que en esta parte no lo hará pues reconoce principios
universales.
Ahora, si la respuesta es que nos gusta un sistema
autoritario, totalitario o dictatorial, entonces ahorrémonos el aperitivo y
vamos al tiro al postre.
Incendiemos la pradera para lograr luego el estado
revolucionario al cual aspiramos.
Como creo que ese solo es el sueño húmedo de políticos
corruptos, activistas con olor a incienso, y el zurderío trasnochado en
general, entonces vamos descartando estupideces y pongámonos serios.
Ningún ciudadano puede ni debe ser contrario a la
aplicación de la ley y esta, debe ser aplicada de manera pareja para todos.
El poder judicial no asume su responsabilidades...
Hace unos días, en medio del frenesí mañanero de
primavera, los funcionarios del tribunal de garantía de Arica, encabezados por
sus magistrados, y nos imaginamos todos los tribunales del país, dejaron de
trabajar por un espacio de tiempo y adhirieron a la huelga convocada leyendo
una proclama, en boca de sus propios magistrados, diciendo que apoyaban el
movimiento social que reivindica los cambios.
Pero la semana pasada cuando la comisión de constitución
de la cámara de diputados aprobó la rebaja de sus dietas y con ello, las
remuneraciones de las más altas autoridades y funcionarios del país, fíjense
ustedes que no se les vio reclamar en público, ni a ningún juez leer una
declaración de apoyo.
Por el contrario, hicieron lo que siempre han hecho.
Usar el poder político que representan para echar abajo
esta propuesta de rebajar sus propias remuneraciones. Incluso el vocero de la
Corte Suprema nos anunció que una rebaja en ellas nos dejaba expuestos a que
los magistrados se corrompieran en sus fallos.
Apretaron al ministro de justicia para que este saliera a
defenderlos indicando que esta moción sería enmendada en la instancia de sala.
O sea, los jueces y funcionarios del poder judicial
apoyan la igualdad, pero para otros, no para ellos.
Los jueces y funcionarios del poder judicial quieren
mayor justicia social, pero no con su billetera. Por último, los jueces y
funcionarios del poder judicial apoyan la equidad siempre y cuando a ellos no
los toquen.
Como espero no estar en las próximas semanas ante
estrado, y creo que aun cuando lo esté no me salvaría, pienso que hay que
decirles a todos ellos algunas cosas que nos tienen hace rato más que atorados.
Cuando la justicia llega tarde o nunca, no es justicia.
Si antes reclamábamos que juicios comunes se dilataban
por 5 o más años dejando durante todo ese tiempo en el desamparo a victimas o
inculpados, pues en una gran cantidad de causas, estos cumplían prisión
preventiva, hoy, luego de años de una reforma judicial que no ha cumplido las
expectativas, las cosas siguen muy parecidas.
El principio de la oportunidad en el derecho señala que
el tiempo, también forma parte de la justicia.
No es lo mismo que una causa sea juzgada y sentenciada en
un plazo breve y optimo, a que esta misma causa se dilate en el tiempo.
Entonces señores magistrados y funcionarios del poder
judicial; cómo hacemos para entenderlos hoy, que cuentan con un sistema moderno,
pero que sigue manteniendo resultados pre reforma.
Los tribunales en Chile no han estado a la altura de las
necesidades de justicia de la sociedad y esto, es un imperativo para cualquier Estado:
resolver las violaciones al ordenamiento jurídico, los conflictos entre
personas y también los patrimoniales, pero los jueces al parecer, prefieren
leer discursos en las escalinatas del tribunal que hacerse el tiempo para
resolver con criterio jurídico las cuestiones a las que están llamados.
Siento que se lavan las manos manifestándose contra el Estado
cuando ellos, el poder judicial, forman parte del Estado. Ellos son el Estado, ¿o
usted cree que usted es parte del Estado? Por supuesto que no.
El Estado lo compone el poder judicial, el poder político
y el poder ejecutivo. Súmele a eso el ministerio público que, aunque no tiene
nada de independiente, es parte de la pirámide superior de este ente, lleno de
grasa e ineficiencia, y que siempre siempre, será el botín, la caja fuerte, el
premio que buscarán manotear los políticos y todos quienes viven a sus expensas.
Entonces contra quienes reclaman los funcionarios del
poder judicial liderados por los magistrados de la República, sino es contra
ellos mismos.
Fácil estimados auditores.
Reclaman contra su propia responsabilidad, en contra de
su propia ineficiencia, en contra de los resultados de su propio cometido
funcionario.
Pero a priori, ya decidieron declararse inocentes. Así es
fácil.
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