Violencia en las Calles... / 5-XI-2019
La tarde de ayer fuimos
testigos de un ataque brutal contra dos carabineras que fueron atacadas por
algún cobarde manifestante encapuchado, que seguramente cree que con eso
conseguirá avanzar en su pueril vida.
Fue un acto asesino, destino a
quemarlas vivas o a causarle en su defecto, el mayor grado de perjuicio, lo que
finalmente aconteció pues a esta hora siguen ambas carabineras, la menor de
ellas de 20 años de edad, internadas en la unidad de tratamiento intensivo del
Hospital de Carabineros.
Son casi mil los carabineros
que han sido atacados y heridos de diversa gravedad en estos aciagos días de
octubre. Otro tanto la cantidad de personas que han sufrido la represión
policial, la mayoría de ellas, legitimas y amparadas en la ley que les otorga
la facultad a las policías para resguardar el orden público.
Pero también existen casos de
chilenos que han sido víctimas de excesos y actos criminales presumiblemente
cometidos por agentes del estado. Al menos en 5 casos estas víctimas, civiles,
han resultado muertas y sus causas las investiga el ministerio público y ya
están en tribunales.
Ahora la pregunta es, ¿Cómo
nos hacemos cargo como sociedad en terminar con este clima de violencia en
nuestro país?
Porque al demonio lo ha creado
nuestra propia sociedad.
Hemos sido nosotros, el
colectivo los que hemos alimentado durante décadas esta hostilidad manifestada
en actos que no se condicen con personas racionales, bien intencionadas,
inteligentes.
Nuestra sociedad, ya sea por
actos conscientes o simplemente por omisión, y también por tibieza, ha
engendrado muchas de las frustraciones que hoy se vuelven contra ella misma,
reclamando soluciones ante demandas, que muchas veces son confusas o se
encuentran completamente alejadas de las posibilidades reales del país.
¿Quien detiene esto en Chile? El peor gobierno es aquel que no se atreve a gobernar. |
Chile ha vivido otros periodos
de agitación social, muchos de ellos según nos muestra la historia, han
terminado en regueros de sangre y violencia desatada.
No rasguemos vestiduras con
respecto a ello.
Es tan así que en varias
ocasiones durante el siglo 20 estos movimientos sociales y políticos terminaros
en gobiernos de facto, en golpes de estado que permitieron a unos imponer sus
ideas por sobre otros, o encontrar soluciones para una sociedad que ciertamente
tenía más de manipulada que de libertaria.
En Chile hay Ausencia de liderazgos morales…
Y todo lo anterior se agrava o
aleja cualquier solución realista ante la ausencia de liderazgos creíbles,
confiables, convocantes construidos sobre sólidos comportamientos morales.
Hoy por hoy, se nota la
ausencia de personalidades e instituciones que representen estos valores, que
siempre, dieron conducción a una sociedad desorientada.
En la era de la inmediatez y
de lo desechable, las nuevas generaciones no responden ante un conjunto de
valores que para sus padres y abuelos si tenían sentido.
Pero esto en mi impresión,
solo es el corolario, la consecuencia y el efecto de lo que nosotros mismos
hicimos comprándonos ideas equivocadas sobre la Libertad, sobre el predominio
de la razón sobre la fe, sobre la naturaleza violenta y amenazante de las
personas, sobre el deber que supuestamente tendría la sociedad con respecto a
derechos garantizados, y un conjunto de nuevos paradigmas, errados, por cierto,
sobre los que basan su descontento muchos de los que hoy lo manifiestan.
La Iglesia católica en un país
mayoritariamente cristiano siempre tuvo algo que decir. Fue por siempre, la luz
que iluminaba a la sociedad y que intervino tanto para aclarar las almas
enceguecidas como para entregar caminos de reencuentro. Por ejemplo, sin el
notable protagonismo de la Iglesia, no hubiéramos recuperado la Democracia.
Cumplió no solo un rol social, de resguardo y promoción de los DDHH, sino que
también dio amparo, sentido y orientación al movimiento político y social que
derrotó a la Dictadura en las urnas.
Pero su alma oculta por
décadas, finalmente terminó por hundirla, por quitarle esa cercanía natural con
su grey, con el pueblo de Dios, con nuestra nación. Hoy ni siquiera se ha
atrevido como institución a proponer caminos de reencuentro y soluciones porque
moralmente se encuentra inhabilitada para hacerlo.
Sobre los partidos políticos
ni que hablar.
¿Si no están hechos para
conducir políticamente a la sociedad para qué están hechos? ¿Si no conducen por
los caminos de la construcción de los acuerdos políticos de la sociedad, el
estado, los gobiernos entonces que rol cumplen realmente?
A estas alturas parecen más
agencias de empleos u organizaciones delictivas que lo que alguna vez
constituyeron en Chile.
Cuando los extremos imperaban
en nuestro país en las décadas de los ochenta, esto es, los servicios de
seguridad del gobierno militar y el partido comunista con su empecinado
discurso de la lucha armada, fueron los partidos políticos democráticos los que
se empoderaron en la conducción y nos dieron alternativas y esperanzas.
Hoy día, estos jóvenes con
derechos y sin obligaciones, que manifiestan su ignorancia y arrogancia en las
calles sin vergüenza, deben saber que fueron partidos políticos como la Democracia
Cristiana, el PPD, la Izquierda Cristiana, Renovación Nacional, el Partido
Radical, el Partido Socialdemócrata, el Partido Nacional y la versión renovada
del Partido Socialista liderada por Ricardo Núñez y Ricardo Lagos, los que
convinieron de manera clara y permanente en el tiempo, las vías democráticas e
institucionales para realizar los profundos cambios que el país exigía.
Hoy nada de eso existe.
Esos mismos partidos, aliados
con los impresentable Comunistas y Frenteamplistas, y la facción mayoritaria
del partido socialista dirigida por el impresentable caradura de Álvaro
Elizalde, maltratan el alma nacional dejando a la sociedad sin conducción y sin
alternativas.
No sirven para nada, cosa que
ya sabíamos por lo demás.
La Igualdad y La Justicia Social…
¿Conoce Ud. algún político
pobre?
No hay ninguno, son todos
ricos, lo que no sería un problema si no fuese porque ese dinero viene de los
bolsillos de otros, las verdaderas víctimas de la coerción estatal, es decir,
los ciudadanos que contribuimos de manera obligada a mantener sus lujos y
diferencias por medio de los impuestos.
Si hasta la misma palabra lo
dice: impuestos. Porque de otra forma se llamarían donaciones voluntarias.
Los políticos pertenecen al
decil más rico de la sociedad. Aquel 1% de la población que gana mensualmente
más de $20 mil dólares. Precisamente pertenecen a aquella élite con la que nos
llenan de discursos sobre la desigualdad y la inequidad.
Y ya que mencionamos la famosa
palabrita de moda “desigualdad” vayamos despejando algunos mitos.
Cuando zurdolandia y los
ignorantes que aplauden sus consignas, hablan de la famosa igualdad social,
están planteando la tesis de poner por sobre el interés de las personas al
colectivo, lo que siempre termina por masacrar los derechos y libertades individuales.
Es un planteamiento que no trae beneficios, sino que profundiza los problemas,
porque a la luz de los resultados obtenidos donde se ha aplicado, las
consecuencias siempre son horrorosas.
Mire usted cuando en Chile el
sistema previsional era de Reparto, es decir, contribuir a un fondo común
administrado por el estado con la promesa de que todas las pensiones estarían
garantizadas por este.
El estado -constituido
principalmente por políticos y los gobiernos de turno- se farreó nuestros
recursos, y el famoso fondo común, el sistema de reparto, quebró, no tuvo como
responder a las pensiones prometidas.
Acá se puso al colectivo por
sobre las personas y miren como nos fue. El sistema de reparto no tenía un
mango para repartir.
Cuando los comunistas alemanes
decidieron construir el muro de la vergüenza para cuidar al colectivo de los
vicios de occidente, miren como les fue por décadas a los alemanes de oriente:
no sólo morían de hambre, frío y tristeza, sino que impedidos de ejercer sus
mínimas libertades. El muro de la vergüenza finalmente les cayó encima a los
que pusieron nuevamente al colectivo por sobre la persona.
Pretender la igualdad entre
los que somos distintos es un acto que conlleva un nivel de violencia tremenda.
Pero pensemos en que por algún
momento le hacemos caso a todos estos socialistoides y oportunistas de derecha
como Manuel José Ossandón que hoy aparecen usando este lenguaje mentiroso sobre
la igualdad.
Imagina una sociedad en donde
quieres que todos sean igualmente inteligentes. Luego tienes a un político, un
burócrata, un estafador -para el caso son todos iguales- a cargo de asegurar
que todas las personas sean igualmente inteligentes. Todos ellos, el individuo
de inteligencia promedio y los que están por encima de la media, recibirán cada
vez que tienen un pensamiento elevado una descarga eléctrica. De esta manera si
por alguna extraña probabilidad encontráramos en Chile a alguien con la
inteligencia de Einstein, los socialistas lo condenarían a la silla eléctrica.
Este ejemplo se lo escuché al
economista Libertario Javier Milei, quien está brindando la gran batalla
cultural en la Argentina, según él, tierra infestada de zurdos. Lo cierto es
que calza perfecto para graficar el sinsentido de planteamientos que no
terminan de cuajar. No está ni para las cómicas.
Javier Milei, economista argentino, se ha transformado en un insigne defensor de las ideas libertarias en Latino América. |
El problema está en creer que
los valores que se arrogan los socialistas están fuera del ser humano; que
corresponden al colectivo y no al individuo. Esa es una incoherencia en sí
misma. ¿Qué es la sociedad y el colectivo? Si tu niegas a la persona humana
¿quién es el que va a instrumentar en el colectivo?
Por eso es que ellos manipulan
el discurso y a la masa, entregándoles un apoyo que siempre va de la mano con
una obligación. Nada es gratis para ellos que no creen en el lucro. Es por eso
que la sociedad no puede ceder a los grupos de presión que se hacen notar en manifestaciones
ni protestas anacrónicas. Sería convalidar la existencia de la envidia.
O sea, que si soy un
inadaptado que no puedo soportar el bienestar de ustedes y como consecuencia de
ello me voy a poner loquito y puedo llegar a matar, quemar sus bienes, robar
sus pertenecías, amenazar a transeúntes y automovilistas, lanzarle molotovs a
mujeres que solo cumplen sus funciones, tomarse colegios, vandalizarlos,
organizar paros funcionarios de los servicios públicos, entonces ustedes tienen
que agarrar y entregarme sus bienes para calmarme.
Eso es un absurdo, salvo que
seas anarcocapitalista donde al menos le reconoces a la sociedad la seguridad y
la justicia. Pero si lo que dicen las masas manipuladas es que lo que quieren
es más Estado sin que este sea capaz de otorgar ni seguridad ni justicia,
entonces estamos frente a una contradicción conceptual y empírica.
Para avanzar hay que enfocarse
en los valores de un lado y del otro.
¿Cuál es límite en los casos
de Venezuela y Cuba? Porque ya van cientos de miles de muertos, millones de
desplazados y su famoso modelo sigue sin despegar.
Pero el problema para quienes
pensamos en las ideas de la libertad, es decir, la inmensa mayoría de las
personas, es que no alcanza con los resultados si los socialistas se siguen
arrogando la superioridad en el plano moral. De hecho, la discusión no sólo
debería incluir los resultados, sino que además debería contener el debate en
cuanto a la superioridad de lo ético y moral. Y en esos planos como en
cualquier otro, los socialistas y sus sucedáneos salen derrotados por que lo
único que está garantizado cuando los países adoptan sus recetas y sus modelos,
es el fracaso, la crisis, la pobreza y el cercenamiento de las libertades más
básicas de la persona humana.
Suecia que es un ejemplo del
que les gusta tanto hablar a los innombrables que viven a nuestras expensas en
Valparaíso, es un buen ejemplo. Pero contrariamente a lo que plantean los
políticos de izquierda, el socialismo quebró a ese país por el nivel de presión
fiscal que tenía y para salir a flote tuvo que liberalizar. Decían que no
importaba porque todo era gratis: la salud, la educación, las viviendas.
Otra mentira como les gusta a
ellos: todo era en base a la explotación inhumana de la población. Llegaban a
pagar el 75% de sus ingresos solo en impuestos. Es decir, trabajabas 7 meses
del año solo para el estado.
¿Pero, de qué clase de
esclavitud moderna me están hablando? Así era Suecia
Hoy Suecia está entre los
países con mayor libertad económica. De hecho, la educación trabaja con el
sistema de vouchers que evita lo que sucede por ejemplo en Argentina, donde
quedas condenado a las instituciones públicas que son centros de
adoctrinamiento. Claro, porque en estas sociedades colectivistas la verdadera misión
de los profesores es defender la religión del Estado, porque ellos son parte de
ese Estado y así se aseguran su continuidad.
Ahora ojo que con los vouchers:
solos no alcanza.
Porque si el Estado va a estar
regulando los contenidos, es como airear una pieza, pero el olor a socialistas
se nos cuela por la ventana.
Siempre donde hay algún
político que no le gusta un resultado -ni lo entiende-, lo quiere corregir
violentamente y utiliza el aparato represivo del Estado. De eso tengan completa
certeza.
Ya están advertidos y las
consecuencias siempre, terminan por empeorar la situación original, y en ese
nuevo escenario genera mayor demanda por más intervención del Estado. Un juego
dialéctico en su más pragmática expresión.
Por eso, no existen las
situaciones intermedias y la lucha que debemos dar no sólo debe ir por las ideas,
sino que estas defenderlas con los hechos, con la praxis, con la verdad
empírica, finalmente como decía el economista y gran pensador liberal Milton
Friedmann, con los datos.
A eso le tienen tirria los
izquierdistas, a eso y al agua.
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