Consulta Ciudadana / 16-XII-2019
Creer, es
afirmar algo como verdadero sin estar seguro de que lo es. Es dar o aceptar
algo por cierto o por hecho, sin requerir evidencias tangibles o intangibles, por ejemplo, sin necesidad de pruebas, puede usted creer en la existencia de otros universos,
puede creer que vive en una dictadura cuando goza de los beneficios de la libertad y la democracia, o puede creer, que una nueva
Constitución Política, le solucionará todos los problemas.
El que cree no necesita
probar. Da por cierta su verdad y con ello, se defiende, argumenta y hasta hace
carreras políticas que lo llevan al Congreso.
En cambio, Saber, supone
una experiencia indirecta, en la cual otra persona o fuente de información te
proporciona datos, acertados o no, sobre algo o alguien, por ejemplo, saber quién fue Leonardo da Vinci porque alguien ha investigado sobre él, su vida y su obra,
saber que la tierra es un geoide por las mediciones y las fotografías, saber que el IMACEC de octubre pasado fue de menos 3,7% porque lo respaldan datos
técnicos y estadísticos.
Pero hoy otra esfera de apreciaciones
que también ocupamos y es necesario compartir: El Conocer.
Conocer, guarda relación con nuestras propias
experiencias. Supone afirmar o negar algo con lo cual has tenido una relación
directa, tal y como ocurre con el conocimiento de las tablas de multiplicar, un
ensayo de laboratorio, pero también, con el conocimiento de contextos
subjetivos del diario vivir: tu matrimonio, la adolescencia de tus hijos, o si
un auto a exceso de velocidad respetará un semáforo en rojo o un paso peatonal.
Creo, pero no lo sustento en ninguna
evidencia porque basta mi palabra.
Sé porque los datos y las fuentes creíbles
de información me entregan pruebas sobre ello.
Conozco, tan solo porque he
vivido.
Tres formas diferentes y usuales en que
interactuamos diariamente y que nos permiten evaluar la confianza de quienes
usan, o abusan de unas u otras.
Los políticos, por ejemplo, como el
diputado comunista por Iquique Hugo Gutiérrez, afirman que como en la consulta
ciudadana realizada ayer en Iquique el 80% de los participantes votó por una
Nueva Constitución, ya no hace falta realizar el plebiscito de abril de 2020. Él cree que 22 mil votantes son más que suficientes para que los más de 14
millones de electores con derecho a sufragio en Chile, no nos pronunciemos el
2020, tal como está previsto.
Lo mismo con el diputado frenteamplista
y autodenominado liberal, Vlado Mirosevic, quien afirma algo parecido cuando dice que la alta
participación de votantes de ayer en Arica, asegura que el cambio institucional es
inevitable. Él cree que una participación de menos de un tercio de los
electores de la ciudad es más que suficiente para afirmar que todo Chile quiere
cambiar el sistema en que vivimos.
Yo creo que él es un estorbo para la Democracia chilena, pero a diferencia de lo que hace este pésimo diputado por Arica, yo estoy recabando evidencias de que eso es así.
Incluso hasta Beatriz Sánchez, la
flamante candidata de la izquierda adolescente, también "cree" que con mayores impuestos y
un sistema donde el Estado controle los precios y limite las importaciones, el
país crecerá, dándole la espalda a la historia y a las experiencias recientes
de otros países que han fracasado rotundamente.
Por
eso es que Ud. debe informarse.
Por ejemplo, leer el estudio N° 309 del 16 de
diciembre publicado por la encuestadora especializada Plaza Pública CADEM, que
trae consigo varios datos estadísticos que resultan muy importantes para saber quién
es quién, en la política.
Los
políticos creen que la inmensa mayoría de los chilenos queremos cambiarlo todo,
partiendo por la Constitución Política, y que ello se manifestó ayer en la
consulta ciudadana organizada por algunos municipios, como el de Arica, donde
su alcalde mezcla de manera casi pornográfica, fiestas navideñas y regalos a los niños, con el proceso
electoral. Donde su alcalde, Gerardo Espíndola, le da la espalda al SERVEL que
señala semanas atrás que esa consulta se realiza sin su supervisión, sin
controles y sin padrón electoral. Donde además no le importa que el órgano de
control de la administración pública, la Contraloría General de la República,
señalase que los municipios deben limitarse a realizar las funciones para las
cuales están facultados y tienen competencia, entre las cuales no está
preguntar a la ciudadanía si quieren o no nueva Constitución.
Todo
esto de la consulta ciudadana es una farsa.
Una puesta en escena de la política
mediocre y la corrupción de sus dirigentes, que necesitan crear realidades para
sustentar sus argumentos. Qué mejor que una consulta trucha donde votaron hasta
los muertos para luego salir dando declaraciones de que todo Chile está a favor
de esos cambios.
Si
votaron 2 millones de personas, lo que es una mentira que no admite ni un
argumento a favor, pero vamos a suponer para este ejemplo que esto es verídico,
eso representaría casi el 14% de los electores en Chile que superan los 14
millones 300 mil personas.
Los
mismos que fungen como defensores del pueblo y respetuosos de la democracia
como sistema político de gobierno, hoy pretenden reemplazar la expresión
democrática, transparente, informada y objetiva de la ciudadanía por un 14% de
preferencias, de una consulta sin padrón electoral, sin controles ni
procedimientos trasparentes, sin recuento público como en el caso de Arica, que
sólo contarán encerrados en alguna oficina el día de hoy, los resultados.
Podían
votar los muertos, hombres por mujeres y viceversa, los menores de 14 años, las
personas varias veces en distintas comunas, y por el medio electrónico, se
podía votar cuantas veces uno quería.
Las
RRSS están llenas de denuncias con nombres, fotos, pantallazos de la web y
testigos para prestar declaraciones en cualquier lugar al que sean citados.
Incluso existen denuncias que a esta hora se han interpuesto en las
Contralorías de varias regiones, denuncias contra los alcaldes y municipalidades por la eventual
malversación de fondos públicos, o sea gastar la plata del fisco en actividades
distintas a las previstas por la ley, incluyendo por cierto el caso de Arica y
su inepto alcalde.
¿Ese
es el tipo de Democracia que quieren para el país este tipo de personajes que
hoy aparecen haciendo gárgaras con ella? ¿esta es la alternativa que ofrecen
para Chile. ¿Cambiar el modelo electoral que nos ha dado estabilidad y certeza
durante décadas por este otro sin reglas, lleno de vicios y hasta donde se les
hacen regalos a los niños como en Arica?
Según
la encuestadora Cadem – Plaza Pública, sólo el 16% de los chilenos cree que una
nueva Constitución resulta una prioridad para el país. Antes que esto, las
prioridades por lejos son Salud, Pensiones, Empleos y Costo de Vida, Educación,
Desigualdad, Seguridad y Delincuencia. Hay 6 materias que resultan más
importantes, más urgentes, más prioritarias para los chilenos que una nueva
Constitución, que, siendo importante, no resulta fundamental para cambiar el
presente y el futuro de los chilenos.
¿Por
qué me imagino que es eso lo que queremos cambiar, y no el pasado, que solo sirve
para seguir divididos, frustrados y anclados a las viejas rencillas entre
dictadura y democracia?
Es
más, esta misma encuesta que tiene un 95% de confianza estadística y un margen
de error de +-3,7%, señala que estas prioridades no han cambiado en la
población, incluso considerando el mes de octubre donde se desataron las masivas
protestas y comenzaron los partidos que no creen en la democracia, como el partido
comunista y el engrudo del Frente Amplio, a apadrinar a la violencia y el
lumpen.
Siempre el tema de la nueva Constitución tiene lugares secundarios en
las prioridades del país.
Es
por lo que hablábamos al principio: la gente sabe y conoce porque lo ha vivido,
que ninguna Constitución Política hará la diferencia si el país no ahorra,
luego no invierte y finalmente no crece. Que solo el crecimiento económico
dinamiza el trabajo, mejora los ingresos, nos entrega una mejor calidad de vida
y nos asegura el desarrollo futuro.
La
gente sabe, porque así lo demuestra la evidencia, en donde quiera que ha
sucedido, que controlar los precios de los productos genera distorsiones en la
economía, que aumentar el gasto fiscal en más subsidios, bonos y ayudas del Estado genera desequilibrio y déficit fiscal, que aumentar el gasto del Estado
siempre significa aumentar el pago de impuestos, es decir, que el Estado le
saca la plata de sus bolsillos a los propios trabajadores.
La
gente sabe y también tiene conocimiento, porque lo ha vivido, que mientras
exista inestabilidad institucional, donde el Estado de derecho se encuentra subsumido en la inoperancia y la ausencia de autoridad en las decisiones,
mientras los tribunales y el ministerio público renuncien a buscar la justicia
bajo la peregrina tesis abolicionista, mientras el Congreso siga dando el
espectáculo que ya se ha transformado en costumbre, con diputados encapuchados y
senadores que traicionan sus convicciones y el valor de la amistad, por
presiones de piquetes de militantes, el país resentirá siempre sus efectos en
la economía, en la educación y la cultura, y en general, en todas aquellas
áreas y materias que le resultan fundamentales.
Cuando
los políticos fallan e incluso no son reelegidos, su vida no cambia, no se altera,
por el contrario, terminan siendo presidentes de algún directorio de empresas,
como embajadores en algún lugar extraño del mundo, como asesores de gobierno,
como secretarios del congreso, dando clases en alguna universidad pública o
convirtiéndose en gestores de intereses.
Pero
la vida de las personas sí cambia, para bien o para mal.
Somos los ciudadanos
los que sufrimos los efectos de los errores de los políticos. Son nuestras
vidas y las de nuestras familias con las que juegan estos aprendices de servidores
públicos. Es como ir al casino con plata ajena: si hay ganancias son mías, si
hay perdidas son tuyas. Esa es la filosofía que mejor retrata al político, o
¿usted cree que donde ellos viven hay disparos por la noche, hay barricadas en las
puertas de sus casas, hay encapuchados rayando los muros, apiedrando a
Carabineros, impidiendo el tránsito y la libre circulación de las personas?
Ellos
hacen el discurso y cuando las luces se apagan vuelven a lo suyo: la
mediocridad, la ineptitud, la mentira adornada de falsas verdades, como esta
consulta comunal donde votó 1 millón de personas sobre un universo de más de 14
millones de electores.
En
otra materia mucho más positiva para el alma y para la mente, esta semana
visitará el país el economista y pensador argentino Javier Milei, invitado por
el Partido Libertario de Chile. Milei, que es el personaje más importante de su
país en materia económica y en su cruzada contra el Estado y los políticos, es
un reconocido Liberal Libertario de América Latina, y su nueva forma de ver y
entender los problemas sociales y los desafíos culturales y económicos de la
sociedad moderna.
Su reconocido liderazgo e influencia ideológica, han permitido la penetración de sus ideas en millones de personas
que buscan cambiar al mundo teniendo como centro a la persona, sus libertades y
sus derechos, antes que el Estado, los partidos políticos y los burócratas.
Por
eso nos permitimos recomendar que puedan buscarlo y seguirlo tanto en redes
sociales como en la WEB. Es un verdadero aire renovador para las viejas ideas
defendidas aún por la corporación política.
Pero veamos algunas definiciones generales sobre lo que es ser
Libertario, abordando primero qué es ser liberal, pero de verdad, no de estos
de cartón que militan en el Frente Amplio.
Todo liberal busca satisfacer las
libertades civiles de las personas, protegido en los principios republicanos
como la mantención del estado de derecho, la democracia representativa y la
división de poderes del Estado. En el fondo, el liberalismo más clásico promueve
la permanencia del Estado, no en los mismos términos fracasados del
colectivismo, pero sí le asigna un papel fundamental para que tanto las
libertades como los derechos de las personas se encuentren asegurados.
Existen
facciones o tendencias dentro del liberalismo que tienen que ver justamente con
el grado de intervención y tamaño del Estado.
Por su parte el Libertarismo aboga por la vigencia suprema, por la
importancia fundamental de la libertad individual, es decir, el derecho del
individuo sobre sí mismo, cuyo límite tan solo es el derecho ajeno; es un
pensamiento definitivamente Anti Estado donde toda relación humana
se da mediante pactos voluntarios y excluyendo el uso de la fuerza propia con
la que actúa el Estado. Por ejemplo en el cobro del fruto de nuestros trabajos: los impuestos.
La fuerza, la coerción del Estado, sólo debería ser empleada contra otros de manera
defensiva. Es decir, el libertarismo cree que el mayor de los males de la
sociedad es el Estado, sin embargo, no se discute que una mínima expresión de
este debe mantenerse para asegurar los mínimos para el funcionamiento social,
por ejemplo, seguridad y justicia.
También entre los libertarios existen diferentes tendencias entre
quienes plantean la presencia minoritaria y solo de control del Estado, y
quienes plantean la idea de una sociedad construida sobre las bases del Anarco capitalismo.
Ya saben Javier Milei en Chile, este miércoles 18 de diciembre.
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