Desempleo y Crisis Social / 13-XII-2019
Tras el caos social y estas seis
semanas de agitación callejera, se han registrado más de 100 mil despidos de
trabajadores por necesidades de la empresa.
Esta causal es la usada
habitualmente cuando las empresas, por necesidad o por simple decisión, deciden
desvincular a un trabajador, sea a una mala evaluación de sus funciones, a por un
problema puntual, producido en los servicios contratados, o sea por variaciones
del mercado, que afecten la estabilidad económica y financiera de la empresa.
Este resulta ser el caso en
prácticamente la mayoría de estos despidos.
Al 30 de noviembre pasado, se habían
registrado ante la Inspección del Trabajo, 62 mil despidos lo que supera en
casi un 85% a los despidos producidos el año 2018. Estos son datos, son
evidencia para poder afirmar, que este clima de hostilidad desatado en el país, bajo el amparo de los mismos de siempre, ha producido efectos catastróficos
sobre las personas.
Nada es ni será gratis.
Los dos primeros días del mes de
diciembre continuó la tendencia. Casi 5 mil despidos notificados ante la Inspección del Trabajo, sin contabilizar todos aquellos en donde trabajadores y
empleadores, deciden utilizar la causal de renuncia voluntaria, o sencillamente,
sin considerar el retraso con que se obtendrá la estadística final.
Por eso es que algunos medios
cifraban el número total en más de 80 mil trabajadores quienes han perdido su
fuente de empleo en este intento fallido por destruir al Estado y al sistema.
Siempre que se han producido en la
historia de la humanidad conflictos de estas características, las consecuencias
terminan siendo las mismas, a diferencia de cuando se producían en los países
socialistas, en donde además de profundizar sus permanentes crisis económicas, se
atentaba contra las libertades individuales, se terminaba con millones de
muertos por la represión del Estado, con torturados, con cárceles llenas
de presos políticos y con millones de desplazados.
De esto hay mucha evidencia, datos,
pruebas. Demasiadas diría yo, así que usted que me escucha a esta hora, solo para
terminar odiándome, haga el esfuerzo por reconocer que esos tipos de sistemas
políticos, me refiero a los sistemas colectivistas, amantes del Estado y que
terminan siempre en dictaduras, siempre y en todo lugar terminan repitiendo sus
fracasos.
La violencia de estas semanas, la
amenaza cierta contra la propiedad privada y pública, y la clara planificación
por pegarle directamente a la base de sustentación del sistema de libre
mercado, ha sido la causa para que muchos pequeños, y grandes emprendimientos y
empresas, terminen arruinados.
Los trabajadores pierden su fuente
de ingresos y con esto, afectan a las personas que dependen de ellos, sus familias, que en
Chile siempre están compuestas de un promedio de cuatro integrantes.
El empresario pierde su capital, su
conocimiento, prestigio y posición en el mercado. Lo pierde todo, y casi en
todos los casos, termina además en tribunales, con deudas impagas, con apremios
que terminan por hundir cualquier esperanza.
Pero el país también pierde, y con
él, todos los ciudadanos partiendo por aquellos que tienen más necesidades de
ayuda, de subsidios, de mejoras a sus barrios, a sus ciudades, a sus hogares, y
a ellos mismos, expresado esto en pensiones, salud, educación y un largo
etcétera.
El Estado recauda ingresos vía impuestos, que ya hemos dicho que son un robo al legitimo fruto del trabajo de las personas, pero esos impuestos
dependen de la riqueza que generan las empresas, que producen las personas.
Tal como ya sabemos, el indicador
mensual de crecimiento económico del mes de octubre fue de menos 3,4%, y para
los siguientes dos meses de este año, las cosas no se ven positivas.
Definitivamente tal como ya lo anunció la Cepal, el crecimiento esperado para
este año ha sufrido un irreversible impacto que hará que el país crezca menos
de un 1%.
Ahora, si hiciéramos en este
momento un ejercicio mental y lleváramos esta misma crisis de crecimiento a
cualquier año del último gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, el
resultado sería que Chile obtendría un crecimiento negativo de menos 2% o menos
3%, porque las cifras de crecimiento, de ese inepto gobierno, con suerte llegaron
al 1,4% anual.
Más datos. Me respalda la
evidencia, así que sigan quejándose, socialistas y comunistas contumaces, con cuestiones que
son indesmentibles, salvo para ustedes, acostumbrados a relativizar las
estadísticas y a reescribir la historia a su antojo.
Pero el crecimiento no es el único
indicador de esta crisis social, producida principalmente por la
irresponsabilidad de gobernantes y políticos. Ya se estima que en materia de desempleo, las cifras van a superar el 10%, y esto ocurrirá en el corto plazo, no sólo por
los despidos producidos por la inestabilidad de las empresas, sino que también
porque la economía ha comenzado a resentirse en todos sus indicadores. Se ha
contraído. Si al principio fueron los factores externos, y principalmente
internos, los que entregaron información para que el mercado tambaleará, ahora
son fundamentos estructurales los que provocarán que la economía, tienda a
empequeñecerse en sus resultados.
Los 5.500 millones de dólares que
el gobierno del presidente Piñera ha comprometido para reactivarla, no sólo no
serán suficientes, sino que llegarán en períodos diferidos por lo que miles de
pequeñas y medianas empresas, no tendrán cómo aguantar sin tener que cerrar o
contraerse a la mínima expresión. De todas formas, este programa especial,
focalizado en las Pymes, busca justamente darles aire, una alternativa dentro
de las pocas posibilidades, para que puedan sortear los momentos más duros de
la crisis.
Al día de hoy, 13 de diciembre, la
dirección del trabajo ha señalado que son más de 100 mil los trabajadores
despedidos desde el 18 de octubre. Todo lo anterior, con el gentil auspicio de el Frente Amplio y el Partido Comunista que han estado en su salsa. Siempre es
más fácil destruir que hacer lo contrario. La crisis, la desorganización, el
caos social es el elemento propicio para quienes no tienen ninguna pizca de
racionalidad, ni de sentido país.
Lo anterior significa que cada día
desde el 18 de octubre pasado, pierden su trabajo alrededor de 5 mil
trabajadores. 5 mil personas que ven como su fuente laboral, sus proyectos
personales, se desmoronan y en muchos casos significa también, poner en riesgo
la estabilidad de sus familias.
Esta parte nunca la han entendido
políticos. Ellos insisten en vivir en una realidad paralela. Viven en otro
mundo, con otros resultados, con otro contexto, y esto debe ser así, pues ellos
reciben remuneraciones que ni siquiera se pagan en los principales países
desarrollados, pueden decir y hacer las burradas que estimen convenientes
porque ellos no son iguales ante la ley que otro ciudadano normal. Tienen fuero, y se aprovechan de aquello para andar por la vida expresando las idioteces que
les conocemos, sin ninguna responsabilidad y sin ninguna sanción.
Pero cuando los ciudadanos, o
incluso alguno de ellos mismos, los encara o les señala, son capaces de ponerse
todos de acuerdo y defenderse como uno sólo. Se apatotan. Se agrupan igual como
lo hacen las hienas que en grupos son capaces de comerse al León, pero de
manera solitaria huyen por la sabana africana.
Como por ejemplo hicieron con la
diputada Maite Orsini, militante del partido Revolución Democrática que fue
sancionada el día de ayer por afirmar que no tenía ninguna duda que en el
parlamento chileno había políticos que mantenían nexos con el narcotráfico.
No tengo pruebas, pero tampoco
tengo dudas.
Pregunto a los honorables
diputados, ¿porque no hacen el esfuerzo por investigar de una vez si eso es
cierto? ¿si tantas acusaciones, que no tienen nada de novedosas, tienen algún
principio de veracidad?
Creo que se equivocan tratando de barrer la basura
debajo de la alfombra. Hace rato que ya se llenó ese espacio. Es hora de
sacarla, de exponer los vicios del sistema electoral y parlamentario, que
permite que el narco se haya infiltrado en la política por medio de los
partidos, por medio de algunos diputados o senadores, que, al parecer, no me
consta, sí tienen nexos con traficantes de drogas.
¿Por qué dudarlo si ya se comprobó
que mantenían nexos ilegales con malos empresarios? ¿Se ha comprobado que
algunos de ellos mantenían relaciones prácticamente laborales con empresas y
con asociaciones de empresarios?
No podemos esperar nada bueno de
los políticos. Individualmente pueden aparentar ser buenas personas, cercanas,
preocupadas, trabajadoras, pero cuando se juntan, se convierten en un demonio
de mil cabezas. Todo puede pasar con ellos, incluso presentar acusaciones Constitucionales contra el presidente de la República basada en supuestos, en
verdades a medias que como usted sabe, siempre son mentiras.
Se han fijado que muchos, sino
todos los políticos, cuando argumentan sobre algún tema y los pillan mintiendo, o no son capaces de sostener esos argumentos basados en datos, en evidencia
demostrable, se defienden diciendo que es su opinión.
Entonces piden que su opinión sea
respetada y lo hacen de manera que a esta le entregan categoría de verdad. Pero
resulta que la verdad es aquella que puede defenderse y comprobarse pasando
todos los exámenes de la sana critica, pero, además, bajo el respaldo
documental o de pruebas. Mientras eso no sea así, esos argumentos son simples
mentiras o en el mejor de los casos, especulaciones irresponsables.
En los primeros 12 días de diciembre
se han contabilizado prácticamente 45 mil despidos de trabajadores que, hasta
hace poco, y aún con todas los problemas y sinsabores que tienen miles de
personas en Chile y en todos los países, podían asegurar por lo menos un
salario con que contar.
En este contexto, los principales
perjudicados serán aquellos trabajadores con menor capacitación y experiencia
laboral. Lo seguirán aquellos con mucha experiencia y con mucha formación. Finalmente,
el empleo lo mantendrán y obtendrán las personas que acepten menores ingresos y
probablemente, en condiciones de estabilidad y bienestar mucho más precarias que las de hoy día.
Pero no todas son malas noticias y
malas señales.
Mal que les pese a estas lacras de
los políticos que le desean mal a los trabajadores y al país, el libre mercado
que tanta riqueza, bienestar y progreso le ha dado a Chile, permitirá una vez
más y mucho más rápido de lo que los agoreros creen, que volvamos a retomar el
camino del crecimiento económico y del desarrollo social.
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